Cartas del Lector

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Édgar Paz*

Durante varios años de nuestra historia reciente, los lectores de La Hora que nos asomamos a sus páginas a finales de septiembre, nos encontrábamos con la columna “A media semana”, en la que Ricardo Rosales Román o Carlos Gonzáles, el último Secretario General del Comité Central del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, recordaba la emblemática fecha de fundación del partido de los comunistas guatemaltecos, reseñaba la importancia de su constitución, desarrollo y legado, y rendía homenaje a sus dirigentes, militantes, amigos y simpatizantes.

Así los nombres de Bernardo Alvarado Monzón, Huberto Alvarado Arellano, Mario Silva Jonama, Hugo Barrios Klée, Carlos Alvarado Jerez, Carlos René Valle y Valle, Miguel Ángel Hernández, Víctor Manuel Gutiérrez, Leonardo Castillo Flores, Otto René Castillo, Luis Augusto Turcios Lima o Saúl Morales, todos miembros del partido, estaban presentes y eran recordados por quien conoció a la mayoría y trabajó con ellos y compartió ideales, esperanzas y lucha.

Este 28 de septiembre, cuando se cumplen 69 años de que un grupo de dirigentes políticos concibieron y materializaron la construcción en Guatemala del partido de la clase obrera en el país, es indispensable conmemorar la fecha, y ante la imposibilidad -por razones de espacio- de referirse o mencionar a una serie de compañeros y compañeras entrañables, bien vale hablar, brevemente, de Ricardo Rosales Román, el compañero Carlos Gonzáles, pues en este 2018, se cumplen 65 años desde que -cuando él tenía 19- recibió su carnet como miembro del PGT, de manos del compañero Bernardo Alvarado Monzón. Esto sucedió en un Comité de Base en el Barrio El Gallito, de la ciudad de Guatemala. En la misma ceremonia, también inició su militancia el poeta Otto René Castillo.

Ricardo Rosales Román comenzó su vida política muy joven, cuando siendo estudiante de postprimaria fue electo presidente de la Asociación del Instituto Nacional Central para Varones. Eran los años de la Revolución del 44 y las asambleas y las discusiones sobre los asuntos escolares y la vida nacional eran comunes. Período de libertades y formación, que fue roto en junio de 1954, cuando la intervención norteamericana, obligó a quien había ingresado a la Juventud Patriótica del Trabajo, JPT, a trabajar en la clandestinidad en la complicadísima tarea de reconstruir la organización juvenil del partido.

Alternando aquel período de su vida entre Suchitepéquez y la capital, el compañero Carlos ingresó a la Universidad de San Carlos y allí formó parte del movimiento estudiantil universitario, al punto de ser miembro del Consejo Superior Universitario de la Usac (1958-1959) y, tras las elecciones correspondientes, convertirse en Presidente de la Junta Directiva y Ejecutiva de la Asociación de Estudiantes Universitarios, AEU (1962-1963), periodo durante el cual participó y fue uno de los dirigentes de las emblemáticas Jornadas de Marzo y Abril en Guatemala. Fueron años de sangre y fuego, de persecución y peligros constantes.

Posteriormente, durante cuatro años (1964-1968), el compañero salió de Guatemala para ser representante de la JPT en el Buró de la Federación Mundial de la Juventud Democrática, FMJD, con sede en Budapest. Al finalizar esta tarea, regresó al país y, en la más severa clandestinidad, participó en los trabajos de preparación del IV Congreso del Partido (1969), en el que participó y fue electo miembro titular del Comité Central.

Siendo muy joven, en 1972, pasó a formar parte del Secretariado y de la Comisión Política del partido y en 1974, a la edad de 40 años, fue electo Secretario General del Comité Central del PGT. Fueron años complejos debido a los muy recientes golpes propinados contra dirigentes históricos del partido y las dificultades propias de la lucha en un contexto anticomunista, de persecución y de diferentes maneras de concebir la lucha revolucionaria y sus principales concepciones y tareas.

Tras el período en el que se produjo la escisión del Núcleo de Dirección (1978) y del grupo de militantes conocido como 6 de enero (1984), el Comité Central del partido, dirigido por el compañero Carlos Gonzáles, en muy difíciles circunstancias, intentó resolver los problemas de la teoría y la práctica revolucionaria, especialmente en lo concerniente a su contribución en la lucha armada. Lo central, en este punto, fue poner todos los recursos, medios y fuerzas del partido a disposición del movimiento armado unitario
.
Fue esto último, un punto clave para que en su momento se produjera el ingreso del PGT a la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG y para que a partir de 1989, el compañero Carlos se convirtiera en miembro de la Comandancia General. Desde ese carácter, fue signatario de los Acuerdos de Paz.
En el Hotel Princess, de la capital, previo a la firma del histórico acuerdo, reunió a un grupo de militantes del Partido y habló de la importancia de resguardar la unidad de los revolucionarios guatemaltecos. “Es la unidad —dijo— la que va a permitir construir una organización sólida, consecuente y viva”. Cuánta razón tenía. Tras la legalización del partido político de la insurgencia guatemalteca, el compañero, fue electo diputado por la URNG al Congreso de la República para la Legislatura de 2000 a 2004. Sus intervenciones e iniciativas, constan en el Diario de Sesiones del Congreso.

Está claro que estas líneas no son suficientes para visualizar el legado teórico y práctico desarrollado por este hombre que empezaba su jornada cada mañana a las cuatro y que iba de una reunión a otra sin dejar nunca de preguntar por la salud de las compañeras y compañeros con los que se encontraba, de su estado de ánimo, de sus necesidades. No permite entender el vigor de su pensamiento, la paciente forma de explicar realidades o la firmeza para resolver problemas y enfrentarlos. No permite conocer el amor hacia su compañera y su familia.

Pero lo que sí puede sintetizarse, es que el último Secretario General del Comité Central del PGT ha sido toda su vida un hombre sencillo, discreto, reflexivo, preocupado por su entorno y sus semejantes. Un comunista no ortodoxo, capaz de entender el mundo, pero con la profunda convicción de que lo más importante es transformarlo.

Es sabido que para los comunistas, la historia la hacen los pueblos y no los hombres o las mujeres individuales. Sin embargo, en esta fecha emblemática, es importante entrelazar el 28 de septiembre de este año -y la importancia histórica que tuvo el PGT en la lucha revolucionaria- con Ricardo Rosales Román o Carlos Gonzáles y esos 65 años de luchar por Guatemala, la Revolución y el Socialismo.

Es adecuado referirse a un hombre que destacó entre su generación, que buscó transformar su patria y que en medio de las tinieblas que vive Guatemala, ha sostenido que será la organización de jóvenes, mujeres, pueblos indígenas, minorías excluidas, obreros y campesinos -como los que recientemente vimos inundar la plaza-, más la unidad de las fuerzas revolucionarias, democráticas y progresistas, las que harán posible la refundación de Guatemala, para así darle una nueva esperanza a nuestras hijas y nuestros hijos.

* Militante del PGT desde 1989 y hasta su disolución.

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