Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Desde la semana pasada se ordenó a los Gobernadores que chantajearan a los Alcaldes para que, evitándose problemas con los aportes y beneficios del listado geográfico, se pusieran las pilas para enviar buses llenos con ciudadanos a los que se tendría que pagar no sólo el alimento y transporte para venir a apoyar a Jimmy Morales, sino cien quetzales para compensarles el tiempo. Ayer, casi al mediodía, se vio a la activista del empresariado, Bety Marroquín, frente a la sede de la Comisión Internacional Contra la Impunidad, en la zona 14, dando la bienvenida a los que bajaban de buses que fueron estacionados en los alrededores.
Lo que se vislumbraba como un acto de apoyo al presidente Morales mientras estaba en Nueva York preparándose para pronunciar su discurso ante la Asamblea General, terminó en un vergonzoso fiasco. Al mismo tiempo que en sus redes sociales la señora Marroquín, misma que acompañó con gastos muy bien pagados a la mera cúpula empresarial a hacer intenso cabildeo para bajarse no sólo a Iván Velásquez sino también a Todd Robinson, publicaba fotos de la muestra de respaldo a su causa a favor del cese de la lucha contra la corrupción, los acarreados empezaron a hablar frente a cámaras y micrófonos contando cómo es que fueron engañados, porque a ellos les dijeron que venían para que les dieran una plaza en el ministerio de Ambiente. Y así, sucesivamente, los pobladores fueron hablando sin tapujos dejando en evidencia la falta de vergüenza y decencia de quienes organizaron el acarreo y de quienes los querían aprovechar.
Indigna ver la forma en que esa gente sigue pensando que nuestros campesinos son objetos a los que pueden manipular sin consecuencias y los tratan como verdaderos animales a los que llevan y traen a su sabor y antojo como puro relleno para sus manipuladas manifestaciones. Indigna porque es la secular actitud de tanta gente en Guatemala que piensa que la gente del interior, si son pobres y más aún si son indígenas, no piensan por lo que pueden ser manoseados tal y como si se tratara de semovientes. Pero no se han dado cuenta que la dignidad y el reconocimiento de sus derechos está a flor de piel por lo que no vacilan en plantarse cuando notan que son objeto de esas burdas acciones.
Y es que los “organizadores” no entienden que la gente no está a favor de los corruptos, especialmente la gente más necesitada, porque sabe que la corrupción les ha robado todo, desde la esperanza hasta las oportunidades reales de avanzar en la vida y, por lo tanto, mal harían en sumarse a respaldar a los ladrones que se han alzado con todos los bienes y recursos que debieron servir para invertir en el desarrollo humano y en mejorar la infraestructura del país.
En ciertos círculos, de una u otra manera, la gente se beneficia con la corrupción o la impunidad, pero eso no pasa con el mero pueblo al que siempre le toca poner el lomo y justamente es a ellos a los que quieren manosear por enésima vez.