En Guatemala no tenemos partidos políticos y en consecuencia tampoco tenemos líderes políticos capaces de orientar a la ciudadanía en momentos críticos de la historia, razón por la cual se empieza a hablar del penoso silencio de quienes se perfilan como aspirantes a cargos públicos al no decir ni pío respecto a lo que está sucediendo en el tema de la lucha contra la corrupción. La costumbre indica que es más cómodo no jugarse, no definirse porque, de todos modos, la gente irá a votar por inercia y en ese contexto se piensa que no vale la pena asumir posiciones y mucho menos ejercer liderazgos para que la ciudadanía se apunte a jugar el papel que le corresponde.
Pero Guatemala vive momentos en verdad especiales e históricos y lo que está en juego es mucho más que una elección que puede terminar viciada si las cosas siguen como van al día de hoy. Es momento de saber entre los que se perfilan quiénes están a favor del Pacto de Corruptos y conocer quiénes están dispuestos a enfrentarlos de manera directa, frontal y decidida para ser ejemplo ante una ciudadanía que necesita una conducción clara que sólo puede provenir de dirigentes con prestigio y honestos que entiendan todo lo que podemos perder o ganar.
Es necesario que se sepa hoy, sin excusa ni pretexto, cuál es la posición de todos y cada uno de los que aspiran a entrar al ruedo político respecto a la polarización artificialmente creada con el petate del macartismo. El silencio de algunos puede entenderse porque no se quieren embarrar y ya Morales y sus huestes les están haciendo el trabajo sucio, pero es inaceptable el silencio de otros que debieran ejercer en este momento liderazgo.
El tema de la tal campaña anticipada son puras babosadas porque el silencio de hoy hará que se consolide el Pacto de Corruptos y no habrá espacios después para los que, por omisión de su liderazgo, dejen que se consolide la Dictadura de la Corrupción. No entienden que esto no es simplemente un zipizape por la CICIG sino que es la última arremetida para sacar a todos los del Zavala, para regresar a las prácticas del soborno y la mordida, del financiamiento electoral ilícito, de la compra de privilegios y ventajas, es decir, el retorno a todos los vicios que se desnudaron a partir de 2015, pero que están allí todavía, esperando el triunfo del pacto para perpetuar el sistema que ha empobrecido y abandonado a la población que no tiene otra que emigrar.