El papel y los micrófonos aguantan con todo, especialmente cuando se tiene una especial tendencia a la mentira como aquella de quererse dormir al sueño diciendo que en Guatemala los camiones sirven para atrapar los aviones del narcotráfico. En el podio de la Asamblea General de Naciones Unidas desfilan los jefes de Estado de los países miembros, generalmente pronunciando discursos hechos para que retumben en sus propios pueblos; mientras más pequeño es un Estado menos atención se le pone en Nueva York por lo que es costumbre, en el caso de Guatemala, que los mandatarios hablen a las cámaras que permitirán que acá se pueda ver el discurso pronunciado ante una Asamblea poco interesada.

Esta vez, en cambio, tras el ultimátum a la Secretaría General de Naciones Unidas y la controversia respecto a la lucha contra la corrupción, el discurso de Morales captará algún interés allá y se anticipa que él va con la intención de presentarse como un campeón de esa lucha que, dirá, los guatemaltecos podemos librar solos sin necesidad de una nodriza como la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, entidad a la que hará algunos cuestionamientos, si no es que señalamientos directos.

No es casual que estos días tanto WOLA como el Premio Nobel Alternativo que entrega la entidad Right Livelihood hayan distinguido a Thelma Aldana y al Comisionado Iván Velásquez por su trabajo contra la impunidad y la corrupción en Guatemala, y es que mundialmente se sabe que el Gobierno de nuestro país está haciendo todo lo posible por frenar los avances y detener investigaciones relacionadas con el tema de la corrupción, no sólo porque el mismo Presidente está señalado, sino porque todo su entorno corre el riesgo de que, frenando la impunidad, puedan terminar en la cárcel.

Se suman quienes, aunque parezca increíble, desde la misma cárcel mueven todos los hilos del poder que aún les otorgan los millones ilícitamente amasados y que controlan labores de inteligencia y contrainteligencia para destruir a la CICIG y a quienes se oponen al pacto de los que quieren afianzar la Dictadura de la Corrupción que por décadas ha permitido a los sinvergüenzas hartarse con el dinero del pueblo que languidece mientras se reparten el pastel los de siempre.

En la ONU se han escuchado muchas veces discursos llenos de cinismo de gobernantes que se llenan la boca hablando de una cosa y haciendo otra, pero no siempre es tan evidente el cinismo y el descaro como ahora cuando el Presidente y sus aliados dieron la cara para acabar con la CICIG.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorLos titiriteros afinan sus piezas
Artículo siguienteEl creador de mundos fantásticos George R.R. Martin cumplió 70 años