Arlena Cifuentes
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Duele la Patria. Esa Patria que a veces es amorfa porque se sabe pero no se ve, con su infinidad de carencias, de penurias, de miserias y de angustias, por ese cúmulo de abusos que hemos permitido con nuestra indiferencia y que a través de los años se ha venido acumulando hasta llegar a la Guatemala de hoy.

Duele la Patria. Que nunca ha sido ni libre, ni soberana, ni independiente, duele que las nuevas generaciones no estén conscientes de ello, debido a que como parte del esquema dominante así lo han aprehendido –interiorizarlo nunca pude y así lo enseñé a mis hijas y hoy a mis nietos–. Cuando no se cumplen por parte del Estado las obligaciones más elementales como lo son: el acceso a la educación de todos sus habitantes, el acceso a la salud y hay una total incapacidad para generar fuentes de empleo al no existir las condiciones mínimas que promuevan la inversión, no hay pueblo que pueda ser libre, soberano e independiente.

La cosecha de la falta de acceso a la educación es la ignorancia, el desconocimiento que nos hace presa fácil de los pícaros y ladrones. Aún aquellos con un título universitario se dejan fácilmente influenciar por estas sanguijuelas, porque para poder formar criterio y asumir posturas hay que partir de la realidad, no importando la ideología. “El colapso de la educación es el colapso de la Nación.” Duele la Patria cada vez que los políticos pretenden con su discurso y accionar hacernos creer en sus buenas intenciones, tratándonos como que fuésemos idiotas.

El país necesita hoy, como lo he dicho en varias oportunidades, desnudarse de ideologías, identificar quiénes son los portadores de discursos populistas y estar conscientes, de que el próximo gobierno no va a solucionar todos los problemas existentes que permitimos que se acumularan. Hay de aquel que nos ofrezca soluciones utópicas, hay de aquel que incorpore en sus peroratas más mentiras. El país necesita hoy hombres y mujeres honrados, con dignidad, con sensibilidad social, valientes –a quienes les duela la patria– con la suficiente claridad y compromiso para hacer un buen gobierno que coadyuve a la erradicación de las mafias.

Un pueblo con hambre, en donde la mayoría de sus habitantes viven hoy en pobreza extrema no puede ser libre, todo lo contrario, es un pueblo esclavo de la ignorancia, de la miseria infrahumana, esclavo de las ideas e intereses de los sin escrúpulos y del condicionamiento internacional de quien hemos dependido toda una vida.

Duele la Patria. Porque la gente muere sin tener acceso a la atención en salud. Las deplorables condiciones en que se encuentran los hospitales nacionales y la insuficiencia de los mismos. Duele la atención que brinda el IGSS a sus afiliados programando para meses la cita que un paciente en condición grave necesita urgentemente, la cual es concedida de mala manera por un personal en su mayoría abusivo. Duele el maltrato y abuso que recibe el pueblo en las instituciones del sector público.

Duele que los maestros sindicalizados obtengan tan fácilmente concesiones y aumentos sin mayor esfuerzo, no obstante y estar sobre pagados. Duele que un Ministerio de Defensa pida incrementar su presupuesto en millones, lo cual será concedido fácilmente porque para ellos sí hay disponibilidad de recursos financieros; pero duele aún más, que cuando los profesionales de la salud exigen ser dignificados con salarios acordes a sus años de preparación, que por cierto nunca terminan, con jornadas que se constituyen en el triple o más que las de un maestro o un militar se les ofenda con propuestas que no le harán ni al sindicato de maestros, ni al Ejército: no hay presupuesto. Es por estas disparidades y todo lo anterior que la Guatemala de hoy duele más que nunca.

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