Juan José Hurtado

Médico general especializado en pediatría y antropólogo con especialidad en antropología médica.

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Juan José Hurtado

La lectura de los periódicos de la última semana, particularmente del excelente artículo en Prensa Libre del 19 de agosto del año en curso, me tiene frustrado y avergonzado de lo que somos los guatemaltecos.

Este problema de salud no es nuevo, es de centurias, probablemente desde la conquista. Comencé a estudiar medicina a finales de la década de 1930 y cuando inicié la práctica hospitalaria, como practicante externo del Servicio de Pediatría del Hospital San Juan de Dios, comencé a tener una visión más amplia sobre el problema de la desnutrición.

En un seminario pediátrico celebrado hace unos 50 años, conocí al Dr. Federico Gómez, pediatra mexicano de renombre internacional y fundador del Hospital Infantil de México. En una de sus conferencias dijo una frase lapidaria que aún resuena en mis oídos: “La talla baja de los niños mesoamericanos al nacer y la talla baja de los adultos, es la expresión del hambre crónica que por más de cuatrocientos años estos pueblos han padecido”. Esto desgraciadamente todavía tiene mucha relevancia para Guatemala, y no sorprende que el grupo étnico más afectado por la desnutrición sea el Maya, aún marginado y viviendo la mayoría en condiciones de pobreza y abandono.

Tuve la magnífica influencia de mis maestros los doctores Ernesto Cofiño Ubico y Carlos Monzón Malice, jefes del Servicio de Pediatría del Hospital San Juan de Dios en la ciudad capital. Comencé a ver allí la patología que el niño guatemalteco tiene y digo tiene porque se mantiene hasta la fecha. Particularmente me impresionaban los niños indígenas, fueron mi primer contacto con la desnutrición aguda y crónica.

Los viejos recordamos mucho. Vienen a mi memoria muy claramente los niños con desnutrición aguda del tipo llamado kwashiorkor, palabra de origen africano utilizada en Ghana. Se usa para denominar “una enfermedad del niño destetado” por el nacimiento del segundo hijo. El término fue introducido a la medicina moderna por la Dra. Cicely Williams, inglesa que trabajó en Ghana y en 1933 publicó un artículo sobre “una enfermedad nutricional de niños, asociada con una dieta de maíz”, el Kwashiorkor. Describió las características: niños hinchados, con poco pelo descolorido, sin brillo y caedizo, piel con lesiones extensas de tipo pelagra, abdomen prominente, quejumbrosos y muy poco activos.

Cuando en el hospital comenzábamos a tratarlos, se deshinchaban gradualmente, la piel tomaba su color moreno usual, el pelo renacía y cambiaba a su color normal. Con frecuencia el día de visita, las familias reclamaban que le estábamos enflaqueciendo a su niño, que estaba dejando de ser “canchito”, “blanquito” y se estaba volviendo muy activo y revoltoso. Teníamos que explicar que el niño estaba en vía de recuperación.

Dábamos instrucción a los padres el día del egreso del niño. ¡Qué concepto de educación nutricional intensiva teníamos! ya que una simple explicación de pocos minutos era igual a nada.

Necesitaban más que recomendaciones, comida, educación a largo plazo, más concretamente cambio de ambiente físico y social. Necesitaban oportunidad de desarrollo.

Cuando se dio la crisis alimentaria (2012) en Camotán y Jocotán municipios del departamento de Chiquimula, nuevamente aparecieron esos cuadros de desnutrición aguda. Aún recuerdo una llamada telefónica del recordado y admirado amigo, el Dr. Moisés Behar, ex director del Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (INCAP), exdirector de nutrición en la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya retirado y en esa época residente en Brasil. Antes de que me hablara, le dije: ya sé porque me estás llamando, ¡vi las fotografías de niños desnutridos tipo kwashiorkor en oriente!

¡Sí! Me contestó, es lo que veíamos en el servicio de pediatría hace más de 50 años cuando éramos estudiantes. Triste continuidad.

La sequía periódica en el área se ha continuado desde el 2012 y ha causado que más de un millón de personas requieran asistencia alimentaria por parte del gobierno para evitar la desnutrición. ¿Por cuántos años más vamos a tener esa desnutrición estacional, a nivel de todo nuestro territorio?

¿Cuándo se comprenderá que la desnutrición es resultado de la pobreza, falta de oportunidad y falta de educación?

¿Por cuántos años más existirán en Guatemala, grupos marginados?

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