Claudia Escobar

claudiaescobarm@alumni.harvard.edu

Es juez guatemalteca, reconocida internacionalmente por su labor en contra de la corrupción. Recibió el reconocimiento “Democracy Award”. Escobar ha sido fellowen la Universidad de Harvard y Georgetown University.  Doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona; Abogada por la Universidad Francisco Marroquín. También tiene estudios en ciencias políticas de Louisiana State University

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Claudia Escobar
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En octubre de 2013 Iván Velásquez Gómez llegó a Guatemala para dirigir la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala -CICIG. Su labor marca un antes y un después en la lucha contra la corrupción en el país. Hace un año, el presidente Morales declaró al Comisionado Velásquez “persona non grata” y ordenó su expulsión; situación que no se concretó por una oportuna resolución de la Corte de Constitucionalidad. Hoy nos encontramos sumidos en una grave crisis institucional, por la necedad de Morales de impedir que Velásquez continúe en su cargo y prohibir su ingreso al país. ¿Pero quién es ese personaje que tanto teme el Presidente?

Para algunos Iván Velásquez es un héroe que evidenció las artimañas del Partido Patriota, sus excesos y la ambición de los funcionarios que se dedicaron a robar a manos llenas. Además, demostró cómo las mafias están infiltradas en las instituciones del Estado y develó los detalles de un financiamiento ilícito, que es el origen de nuestros males. Piensan que solo alguien con su entereza puede hacer frente a los grupos criminales que quieren mantener el control del país. A estos, el Comisionado les devolvió la esperanza de que en Guatemala las cosas pueden cambiar.

Hay otros que piensan que Velásquez es muy ambicioso; que la persecución de las mafias debió de ir más despacio; que su error fue señalar a personajes poderosos de todos los sectores en muy poco tiempo, lo que provocó que se unieran en una misma causa: ¡destruirlo! Estos opinan que el investigador debía ignorará las pruebas, para preservar la “estabilidad”. Son los que sostiene que investigar a la familia -real- digo presidencial, fue ir demasiado lejos.

Según sus detractores Iván es un personaje “polémico”, proclive al culto de la personalidad. Lo acusan de ser un hombre maquiavélico: calculador y manipulador; de elegir los casos que le dan mayor visibilidad. Lo señalan de haber politizado la justicia y polarizar a la población. Aseguran que es comunista y que promueve una agenda de izquierda. Por eso, es una amenaza para la seguridad nacional.

Conocí al Comisionado cuatro años atrás, por estas mismas fechas, cuando las comisiones de postulación fueron el vehículo para que el crimen organizado tomara el control de las Cortes. Para mí Iván Velásquez es un hombre ético, con un alto sentido del deber, comprometido -como pocos- con la búsqueda de la justicia y la verdad; por eso le respeto y le admiro.

Pero el Comisionado no es un ser súper poderoso. No tiene la capacidad de influir en los jueces, su labor se centra en liderar un equipo de investigadores que colabora con el MP en la investigación criminal de casos específicos. Los enormes problemas del Sistema Judicial no son su responsabilidad; ya estaban cuando llegó y seguirán existiendo cuando se vaya, porque los guatemaltecos hemos sido incapaces de reformarlo.

Desacreditar a Iván Velásquez es la estrategia diseñada para terminar con la CICIG; promovida desde Mariscal Zavala, donde se encuentran detenidos los criminales más astutos, conspirando para salir bien librados de la persecución penal. Morales y su sequito han caído en el juego. La Corte de Constitucionalidad emitió un fallo que le ha puesto límite a su obstinación y ordena que se permita el ingreso del Comisionado. ¡Los guatemaltecos tenemos que exigir el respeto a la Ley!

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