No cabe la menor duda de que en Guatemala se está jugando el futuro del país porque si la Dictadura de la Corrupción se afianza, como tratan de hacerlo a punta de fuerza militar, condenaremos a nuestros descendientes a tener que continuar viviendo bajo un modelo en el que se privilegia el soborno, el tráfico de influencias, el enriquecimiento ilícito y la acumulación de privilegios para unos pocos, mientras el resto de la población se queda atrás sin espacio para realizarse ni oportunidades para satisfacer siquiera la más elemental necesidad de alimentar a sus hijos, quienes nacen condenados a que más de la mitad tengan que sufrir desnutrición crónica. La juventud que no pertenece a los grupos privilegiados apenas puede ver en la migración o las maras su futuro.
Es momento de tomar decisiones y definir posturas sin lenguajes alambicados que van y vienen sin decir nada. No podemos colocar en la misma situación a quienes luchan contra la corrupción e impunidad y los que no vacilan en arroparse con el Ejército para disuadir a la población que reclama contra arbitrarias decisiones. En la misma Palabra de Dios encuentra cualquiera, no digamos la gente religiosamente formada, la cobardía de Pilatos al lavarse las manos para no comprometerse asumiendo decisiones, tomando partido entre lo justo y correcto o la arbitraria acción criminal en contra de un inocente.
En el Apocalipsis de San Juan se lee la frase lapidaria y durísima contra los que evaden definirse y quieren quedar bien con unos y con otros aunque lo que esté en juego sea tan importante como el futuro de una Nación y de varias generaciones de sus habitantes. En el capítulo 3 están los versículos 15 y 16 que ojalá retumben en los oídos de aquellos llamados a ser guías, pero que están cuidando sus propias ambiciones y descuidan su deber sobre el rebaño. “Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Porque eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de ni boca”, manifiesta la dura expresión del Señor sobre aquellos que quieren quedar bien con Dios y con el diablo.
Mientras los kaibiles con sus fusiles y letal entrenamiento son usados como disuasivo para un pueblo que clama por justicia y el fin de la impunidad, no se puede equiparar de ninguna manera la postura del Gobierno con la de la CICIG y resumirlo en que todos son iguales ante la ley. Como dijo ayer un religioso definido. Decepcionado y triste porque dieron la espalda a su pueblo.