Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Hace meses que algunos vienen diciendo que el país está sufriendo los efectos de la lucha contra la corrupción y que ello es lo que ha detenido el ritmo de la economía, pero la verdad, como lo podemos ver de forma manifiesta ahora, es que la lucha contra la CICIG es lo que ha generado esa situación de incertidumbre que consume a la sociedad guatemalteca que no puede ver ninguna política de Estado que se centre en la promoción del desarrollo y el crecimiento de la economía. Todo el gobierno está concentrado en un único tema y no existe ni siquiera otro asunto al que le puedan dedicar siquiera parcialmente algo de tiempo.
Y la situación del país sigue siendo catastrófica porque no se observa de parte de las autoridades más que su obsesión por salir de la CICIG o, por lo menos, del comisionado Iván Velásquez para detener la lucha contra la corrupción. Los Ministros que debieran estar atendiendo las cuestiones propias de sus respectivos despachos están únicamente para hacerle cuerpo al Presidente, al punto de que aceptan ser acarreados en busitos para ir a pasarse horas sentados haciendo acto de presencia en oportunidades que hay para manifestar rechazo a la Comisión.
Y lastimosamente parece que ese será el destino del país durante poco menos de año y medio que resta para que el gobierno de Jimmy Morales llegue a su fin porque no hay visión de Estado ni interés en atender los problemas de la población. Hace semanas que se viene advirtiendo de los serios problemas derivados de la sequía que ha afectado las siembras de granos básicos, especialmente en el llamado Corredor Seco, donde se producen las mayores hambrunas en un país que, por todos lados, está lleno de niños desnutridos y hambrientos.
En los últimos años la corrupción concentró tanto el interés de todos los funcionarios de alto nivel que nadie pensó en hacer las cosas que el país necesita y ahora, cuando dicen que están contra la corrupción, la verdad es que es tanto el interés por acabar con el esfuerzo por castigar a los corruptos que no le ponen el menor coco a lo fundamental, a lo que es vital para que los ciudadanos puedan vivir.
Ayer el Presidente se concentró en hablar de algunos aspectos de la normativa constitucional en lo que se definen sus funciones, pero únicamente le preocupa aquello que le otorga facultades, pero no repara en las obligaciones que entraña el ejercicio del poder para atender las necesidades de la población y eso es lo fundamental, pero queda bajo la sombra de su obsesión en contra de los esfuerzos que se han hecho para atacar la corrupción.
Es una lástima que un país entero se paralice y estanque porque todo gira alrededor de una cuestión personal del gobernante. Es patético que veamos dividida a la sociedad por un capricho y que, mientras se dirime, todo el país se desmorone como se ha desmoronado la infraestructura. Gobernar es mucho más que vivir en constante pleito.