Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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El diseño de la estrategia de la Dictadura de la Corrupción arrancó con el aprovechamiento de la añeja polarización de la sociedad guatemalteca que el macartismo disparó a niveles irreversibles y luego se basó en el carácter tan global de la corrupción para establecer alianzas internacionales de mucha importancia. En Estados Unidos y en Israel los gobernantes se encuentran enfrentando los mismos problemas que agobian a Jimmy Morales y ante esa realidad se dispuso un trabajo intenso para aliarse en lo que podríamos llamar un Pacto de Corruptos Globalizado que ha rendido frutos importantes.

No sólo porque Israel puso a disposición sofisticados instrumentos de espionaje y vigilancia para tener controlados a todos los guatemaltecos, sino porque también ayudó a establecer los contactos con la gente en Estados Unidos que podía “entender” las tribulaciones que estaba pasando nuestro gobernante por acusaciones de actuaciones ilícitas. Y de esa cuenta empezó a fraguarse ese pacto global que al momento parece muy útil para quienes en Guatemala sintieron pasos de animal grande cuando se empezó a trabajar en contra de la impunidad y la corrupción.

Pero el mundo también está presenciando que la lucha contra la corrupción es otro esfuerzo que se ha globalizado y de esa cuenta vemos a numerosos exgobernantes en prisión y muchos más sometidos a investigaciones o procesos penales, y aun los que se puedan considerar como intocables por su enorme poder, pueden terminar bajo las ruedas del aparato de justicia de sus respectivos países porque las sociedades están empezando a entender que el efecto no es únicamente el del enriquecimiento ilícito de los corruptos, sino la perversión completa del Estado y de las instituciones que dejan de cumplir sus fines para dedicarse por completo a la realización de negocios.

La lucha contra la corrupción no ha sido ni será algo fácil aquí y en el resto del mundo porque enfrenta a poderes muy grandes que se fortalecen, además, con el dinero producto de esos negocios que igual se hacen con cierto empresariado que con el otro crimen organizado. Y son millonadas las que están en juego lo que hace que se pongan en marcha maquinarias bien aceitadas para contener los avances de la legalidad y de la justicia, pero con todo y ello es notable que en el mundo se produzcan avances. Vimos cómo en España, por ejemplo, el prolongado gobierno del otro PP terminó bajo las investigaciones que se hicieron de manera objetiva y profesional para demostrar el uso perverso de la política para fines personales y lo mismo puede decirse de lo visto en Brasil, El Salvador, Argentina y tantos otros países en donde empieza a mostrarse ese carácter global del esfuerzo por la transparencia.

Falta mucho camino por recorrer y lo que hoy parece una estrategia exitosa dejará de serlo cuando se vea que el poder de la decencia en el mundo se abre camino para derrotar los pactos que hagan los pícaros tanto localmente como en sentido global. Nadie dijo que sería cuestión de soplar y hacer botellas y siempre se supo que la lucha era dura y que sería prolongada, pero mientras se mantenga con firmeza, la esperanza crece.

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