Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Un hombre tan desacreditado como el presidente Jimmy Morales, no puede aspirar a que su ejercicio de poder sea legítimo. A menos que quiera imponerse, y eso es lo que se ha visto, a través de la fuerza. Todo, gracias al equipo de inescrupulosos que lo rodean (sin quitarle la responsabilidad al gobernante) para ejecutar las órdenes de su comandante.

La situación es lamentable desde cualquier punto de vista, pero más aún cuando se trata de un mandatario civil. Un líder que proviene de las capas medias. Un sujeto corriente que además pasa por religioso y observador de los valores elementales del cristianismo que profesa. Un personaje, quiero decir, casi de los nuestros.

No contábamos, sin embargo, que su capacidad histriónica trascendía los escenarios. Los votantes no sospecharon que el comediante era un pícaro de altos vuelos, un hombre ambicioso, sin escrúpulos, con capacidad para la conspiración, la maldad y el cinismo campante. Uno más de la colección de los gobernantes tradicionales del país. No tendría ni que sorprendernos.

Nos ruboriza, sin embargo, porque creíamos superado un contexto tan al estilo de los años ochenta, lleno de militares, ánimos de violencia, abuso de autoridad y latrocinio a cielo abierto. Pensábamos que eso quedaba relegado a los libros del pasado porque habíamos aprendido la lección. No sospechábamos que aún queda ADN contaminado en las venas de algunos compatriotas.

Así, se han reunido en distintas cuevas de la estructura del Estado: en el Congreso, el Ejecutivo… por donde ponga la vista. Esa es la razón del malestar contra la CICIG, sentirse no sólo evidenciados, sino perseguidos, con peligro de que sus negocios queden sin efecto. Y claro, se han unido para no ver perdidas sus posiciones y negocios, también con la aquiescencia del CACIF (o principalmente) y otros actores peleles que usted sabe identificar.

No queda de otra que defender Guatemala, agruparnos y cambiar las circunstancias actuales. Es un momento delicado que exige la fuerza de la ciudadanía. La indiferencia no es una opción. No permitamos que las conquistas alcanzadas se pierdan, sigamos adelante por nuestros hijos, por usted, por todos.

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