Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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Ahora es cuando hay que reconocer que lo peor que pudimos haber hecho en el pasado reciente fue permitir que la mayoría de la población electora escogiera para dirigir el país a una persona que no contaba con el principio fundamental de comportarse siempre con la verdad en la mano. De esa cuenta, el hecho que la CICIG y el Ministerio Público haya facilitado el procesamiento judicial del hijo y el hermano del Presidente de turno, fue suficiente para que el resto de su mandato lo dedicara al desprestigio, combate y hasta la erradicación de tales entidades. Porque no se vaya a creer que con la expulsión de la CICIG se van a tranquilizar las aguas, al contrario, debiéramos irnos preparando para evitar que vaya a hacer lo mismo con el MP, institución dedicada a velar por el cumplimiento de las leyes del país.

De esa cuenta, ahora es cuando debemos estar más firmes que nunca y decididos a no desmayar para seguir denunciando las irregularidades, desatinos y actos corruptos que lo ha venido caracterizando desde el año 2016 porque, además de lo que ya hemos visto, tenemos sobradas evidencias sobre que sus intenciones de enriquecimiento ilícito siguen inalterables. Martin Luther King dejó para la posteridad esta frase que los guatemaltecos que deseamos lo mejor para nuestro país debiéramos mantener latente en nuestra memoria: “Al final no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”. Cabe entonces nuestros deseos para no cejar en nuestros propósitos de acabar hoy, mañana y siempre con la corrupción y la impunidad que logró carcomer los cimientos de nuestra democracia y del mismo Estado guatemalteco.

También dijo en su momento el mismo célebre religioso estadounidense, uno de los principales líderes del movimiento para la defensa de los derechos fundamentales del hombre: “No es el momento de caer en el letargo del conformismo, hoy es el día en que debemos alzar una verdadera promesa hacia la democracia”, pues no va a ser con mentiras o falsedades, como ese su dicho de estar defendiendo los principios constitucionales de nuestro país, cuando ha venido arremetiendo en contra de una entidad internacional que suscribió, con apego a esa Carta Magna, un convenio para combatir la corrupción e impunidad, cuando a todos consta que esto mismo no solo imperaba en ese momento, sino todavía sigue latente en nuestra vida diaria. ¿Es que a ojos y oídos de los guatemaltecos no ha quedado más que evidente todo lo que hemos venido asegurando? ¿Alguien con dos dedos de frente podrá dudar que las intenciones del gobernante y de quienes lo apoyan son las de volver al pasado?

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