Ana Cristina Morales

crismodenesi@gmail.com

Médica y cirujana licenciada por la Universidad de San Carlos de Guatemala, especializada en psiquiatría con arreglo al Programa USAC/IGSS. Con las especializaciones de atención en psicoterapia a mujeres maltratadas, así como en adicciones y Supervisora psicosocial. Autora de -Aprender a perdonar. “Una herramienta en psicoterapia”, publicación personal, y coautora del artículo: “Consecuencias biopsicosociales del abuso sexual”, del libro Síndrome de intestino irritable y otros trastornos relacionados, publicado por Editorial Panamericana. Del libro “El perdón y la salud” de editorial Plataforma. Columna de opinión “Conversando con la Psiquiatra” en el periódico guatemalteco “La Hora”, Trabaja en oficina privada como psicoterapeuta y psiquiatra.

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Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

Hasta no hace mucho escuché hablar de Juan No y me contaron que es uno de los nombres que recibe el diablo. También una pequeña historia en donde un hombre fue llamado por él. Pregunté acerca del lugar del relato y me dijeron que se trataba de Huehuetenango y que antes de creer que el paciente que me llevaron a consulta hubiese estado enfermo, creyeron que había sido llamado por Juan.

Porque con el llamado del No Juan sucede lo siguiente:

El hombre sentía el llamado del Juan No en el cual dejaría de ser el mismo y se convertiría en un no. Su persona se difuminaba y diluía en el no ser y con ello al mismo tiempo lo bueno de sí creía perder. La gente opina que cuando se escucha ese llamado su alma deja de ser buena y se une a la del demonio.

Al parecer el hombre no tenía delitos, no era culpable de situaciones tramposas para poder ser llamado. Sin embargo, eso le estaba ocurriendo. Por lo cual sus ojos se desorbitaban y comenzó a hablar cosas extrañas y lejanas a él. Juan No de manera arbitraria pretende tomar almas y despojar al hombre de vida por el simple placer de ejecutar su poder, demostrar sus amplios dominios y con ello infundir miedo y desconsuelo para encontrar a más vulnerables que se le adhieran.

Las personas alrededor de aquel hombre también sentían miedo de encontrarse tan cerca Juan No y de la posibilidad de ser llamados en tal ocasión. Hacían el listado de sus posibles virtudes: bondad, carisma, solidaridad, honestidad… que podrían ser una defensa contra el llamado, pero estaban conscientes de que también eran poseedores de actitudes disolutas y esto los acreditaba al infierno. Así que fieles y no fieles encontraban rezos y oraciones con la finalidad de espantar tal posibilidad.

El hombre en trance al llamado era visto con respeto y también con miedo, por lo cual quienes lo cuidaban también lo hacían con reservas. Quedarse sin alma es encontrarse vacío sin un sentido guía congruente que ayude a darse cuenta de las cosas y del logro de saber disfrutar, con la posibilidad de vivir sin sabores, sin deseos, sin encantos o desencantos, sin sonidos, colores y aromas que construyan alegrías y proporciones su distanciamiento y diferenciación. Juan No se encarga de manejar al hombre con hilos invisibles de marioneta, lo escava, eviscera y lo condena al limbo.

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