Juan Francisco Reyes

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Juan Francisco Reyes López
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Como era de esperarse en esta última elección en Chile triunfó el presidente Piñera, lo que implica que la presidenta Bachelet se desplazará de nuevo a Naciones Unidas.

Cómo se sentirán los oficiales en retiro de las fuerzas armadas que supieron gobernar y recobrar el sistema político democrático en ese querido país, sabiendo que su disciplina, que su eficiencia, que su honradez y sacrificios son lo que permiten la alternabilidad de poder sobre la que se sustenta la democracia más avanzada de América Laguna.

Chile es un país donde la clase media representa alrededor del 80 al 90% de la población, donde la educación universitaria y técnica permite que su economía exporte más productos que cualquier otro país de toda América Latina.

Una sociedad justa es donde las oportunidades de trabajo, la distribución de la riqueza permiten que la mayoría de los ciudadanos sean dueños de la casa en que viven, que los hijos de las familias puedan saber que tienen asegurada la educación primaria, la educación secundaria y la oportunidad de heredarle a sus hijos una posibilidad de vida que no se ha logrado en el resto de América Latina.

Pensar que Chile pueda retroceder al tipo de sociedad que existía en ese país hace cuarenta años es simplemente inadmisible, y por ello no debe sorprender que en un gobierno supuestamente de la derecha haya miembros de Gabinete que provengan de la izquierda.

La seguridad social en ese país se encuentra solo superada por los Estados Unidos de Norteamérica y ello significa que la gran mayoría de la población chilena tiene garantizada su vida y su retiro.

Guatemala debe comprender que el sistema de seguridad social en el sector público, en el sector privado y en entidades como el banco central y la Universidad de San Carlos son sumamente ineficientes. 

No puede ser posible que en Guatemala continúen las huelgas ya sea en educación, en salud pública o en cualquier otra área de la sociedad guatemalteca.

Los próximos veinte años son determinantes para revaluar las pensiones de retiro, especialmente en el sector público donde no puede continuarse trasladando parte de los impuestos al sistema de pensiones.

Pretender que la mayoría de la población viva en una economía informal es una enorme injusticia, pero pretender que los impuestos limitados que se pagan en Guatemala sean la forma en que se complementen las pensiones del sector público o del sector privado es solo garantizar que la pobreza y extrema pobreza de la sociedad guatemalteca continúe siendo más de la mitad de los habitantes del país.

El próximo gobierno, no importando que sea de la izquierda o de derecha o incluso de centro, tendrá que tomar decisiones en su plan de gobierno, que deben ser drásticas y fuertes.

Si el próximo gobierno no presenta una propuesta política social y económica de miras hacia el futuro solo hará que tengamos gobiernos como fue el de Berger, el de Colom y el de Otto Pérez Molina.

La reforma del Estado es una necesidad urgente, y ello significa que tendrá que ponérsele límites a los requerimientos de los grupos sindicales y a los grupos como los taxistas que desean que exista libertad de empresa, pero solo para ellos y no para todos los miembros de la sociedad guatemalteca.

¡Guatemala es primero!

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