Stu Velasco

stuvelascoprospectiva@gmail.com

Comisario General (PNC) en buen uso de su retiro. Experto en seguridad ciudadana, servir a Guatemala es mi ¡mayor pasión! Criminólogo y Criminalista (UMG). Magíster Artium en Estudios Estratégicos por la Universidad Rafael Landívar. M.A. en Seguridad Pública por la Universidad Galileo. Consultor en análisis estratégico,  procesos de inteligencia, gerencia de crisis y administración de riesgos. Constructor de una mejor sociedad para nuestras futuras generaciones.

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Stu Velasco
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El viernes 31 de agosto Guatemala vivió un episodio con altas posibilidades de un fin trágico, a minutos de que irrumpiera un comando armado de soldados y policías a la sede de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), con las instrucciones de sacar por la fuerza al comisionado Iván Velásquez. Al menos esa es la hipótesis más probable que a la luz de los acontecimientos se puede formular.

Nuestra sociedad en un importante porcentaje se encuentra inmersa en una intensa guerra hasta ahora política y legal, por un lado el grupo pro CICIG que argumenta que es la lucha contra la corrupción el motivo de su apoyo y que sean evidenciadas las estructuras criminales que han y continúan desangrando al país a través de actos ilícitos que roban el dinero de los guatemaltecos y a través de los Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad (CIACS) controlan las instituciones de Estado. Por otra parte, el grupo anti CICIG que enarbola una lucha de soberanía, y que manifiesta que la CICIG es un instrumento que facciones de izquierda han utilizado para pretender derrocar al Presidente de la República y hacerse del poder que no alcanzaron durante el conflicto armado como tampoco por la vía democrática mediante el sufragio electoral, pero que poco o nada dicen de la lucha contra la corrupción.

Dadas las circunstancias que nuestro país atraviesa es urgente no quedarnos en silencio, como guatemaltecos debemos de alzar la voz a los cuatro vientos y decirle a nuestro gobernante como a los grupos radicales-extremistas de derecha como de izquierda NUNCA MÁS EL USO DE LAS ARMAS, que las tenebrosas experiencias del conflicto armado con ríos de sangre, con exclamaciones de muerte, con gritos desesperados de aquellos que aún viven en la oscuridad fría y desolada de fosas clandestinas esperando algún día ser encontrados y no confundirse con la tierra el polvo de sus huesos, sean en vano, debiendo decirse que la Guerrilla y el Ejército asesinaron. Y que a pesar de esto pretendamos escribir en parte la misma historia.

¿Nos hemos preguntado qué hubiese pasado si soldados y policías armados con fusiles hubiesen incursionado a la sede de CICIG? ¿Y si hubiera corrido sangre? Todos aquellos “asesores” y el resto que está atrás atizando el fuego por conveniencia-sobrevivencia personal y forzando al uso de la violencia, seguramente habrían sido los primeros en huir cobardemente y dejar a los responsables en ley y cadena de mando a cargo de toda responsabilidad penal que hoy o mañana vendría sobre ellos, sin el mínimo de benevolencia.

Más allá que darle la razón a determinado grupo, debemos tener claro el horizonte que en definitiva determinará si como sociedad podemos en verdad hacer de Guatemala un mejor país, y en la ruta que es imperativa trazar hay una vía irrenunciable que es LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN, la cual debemos liderar todos los guatemaltecos y claro válido utilizar toda institución nacional o extranjera que contribuya sin sesgos de ningún tipo para este fin.

Muchos prefieren no abordar este álgido y arriesgado tema, y murmuran en pasillos o en secretismos sus puntos de vista, y no es así como contribuimos a que esta crisis de país no se salga de control, y termine con escenarios trágicos para los guatemaltecos. Tampoco es radicalizando aún más nuestras posiciones que se hallará una solución.

Bien harían aquellas y aquellos políticos que aspiran a la silla presidencial, en salir y contribuir no es observando cómo nos estrellamos, que forjarán sus liderazgos, demuestren hoy que Guatemala les importa. Salgan de sus trincheras.

¡Para quienes lideran esta lucha, nunca será tarde para sentarse y buscar soluciones!

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