Si alguna lección deja el comportamiento del presidente Morales al compararlo con sus expresiones públicas durante su campaña presidencial, es que es un exponente más de esa vieja política en la que se usa el micrófono irresponsablemente, mintiendo a sabiendas con tal de ganar votos mediante engaño a la opinión pública. Ayer reprodujimos la entrevista en la que el entonces candidato Jimmy Morales pedía al presidente Otto Pérez Molina que, por dignidad y decencia, renunciara al antejuicio para dar la cara ante los Tribunales de Justicia por los señalamientos que se le hacían.

Hace algún tiempo recordamos cómo Morales criticó durante su campaña los desplantes de fuerza de los cuerpos de seguridad del entonces Presidente, afirmando que él actuaría de forma austera y distinta porque le parecía un abuso la forma en que se comportaban los gobernantes, y hoy anda peor que sus antecesores.

Evidentemente el mandatario es aficionado a la mentira y la expresa con total y absoluta carencia de escrúpulos. En ese contexto es que debe colocarse su slogan político cuando afirmó que no era ni corrupto ni ladrón, expresión que se dio en el mismo marco de las dos grandes y probadas falsedades que dijo respecto al antejuicio y la forma de proceder de las fuerzas de seguridad presidencial porque dijo una cosa y luego hizo otra.

Los ciudadanos tenemos que ser más exigentes y comprender que nuestro voto es un mandato y no una delegación absoluta de nuestra soberanía. Quien engaña de manera tan cínica y descarada tiene que rendir cuentas y someterse al juicio político de los ciudadanos que también están llamados a actuar con responsabilidad para demandar integridad a quienes resultan electos.

El Presidente se llena la boca con que fue electo de forma transparente, pero no hay transparencia cuando hubo un engaño tan burdo como el que se ha evidenciado en el caso del señor Jimmy Morales quien, como se puede ver en los videos, actuó con la más grande desfachatez que se pueda imaginar, sosteniendo un discurso que en la práctica ha despedazado con sus propias actitudes.

Si en 2015 Morales sostenía que un Presidente tenía que enfrentar con hidalguía a la justicia y renunciar al antejuicio, lo menos que podría hacer él colocado en la misma situación es someterse a la majestad de la ley en vez de utilizar un Pacto de Corruptos para escudarse y obviar su responsabilidad penal en un caso en el que los mismos que le dieron el dinero llegaron a pedir una disculpa al pueblo de Guatemala.

Redacción La Hora

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