Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Quiero empezar diciendo que en lo personal creo que los recursos naturales de Guatemala, como en muchos países desarrollados o en vías de desarrollo, deben ser utilizados para el bien de una nación, de sus habitantes, de las áreas cercanas al desarrollo y de quienes resulten adjudicados luego de un proceso transparente en el que quienes cumplan con lo que se demande puedan competir en igualdad de condiciones para ver quién resulta ganador.

He platicado con amigos del interior a los que les he expresado que entiendo su sentir y sus creencias cuando dicen que por defender a la madre naturaleza se oponen a un proyecto, por ejemplo, pero también les he preguntado a algunos cómo va la educación de los niños de su comunidad y la respuesta ha sido, en algunos casos, “mal porque no hay escuelas”, y eso me ha llevado a insistir en la necesidad de alcanzar acuerdos y especialmente de que tales proyectos (de cualquier tipo) lleven implícita una integralidad para que todos ganemos.

Siempre he entendido cuando algunas comunidades se oponen a algo (son variadas las razones) y entiendo aún más cuando veo que en la Capital hay comunidades aglutinadas en comités únicos de barrio que se expresan por algo que pasa alrededor de sus casas.

Hace unos días, en la zona 10 de la ciudad capital, había un letrero con fondo rojo que decía: “Comité Único de Barrio, 19 Ave. Z.10 NOS OPONEMOS AL PROYECTO ******, por irregularidades en servidumbres de acceso, por ser un proyecto que atenta contra el medio ambiente y haría colapsar el acceso vial de la 19 avenida aumentando el tráfico en más de 300 vehículos.”, y ello me recordó que el derecho de expresarse y tratar de defender lo que se cree apropiado no puede ni debe ser solo de algunos. No prejuzgo sobre la precisión de tales afirmaciones.

Todo lo anterior ha sido expresado en la sentida necesidad de fijar parte de mi postura antes de entrar al asunto concreto de la minera San Rafael ya que considero que ese tema, como muchos en el país, no está siendo abordado con la altura, madurez, profundidad y seriedad que se necesita.

En su momento ha habido algunos que han comentado el periplo que fue para la mina obtener las autorizaciones e incluso hay quienes han contado que les “pidieron que saludaran al Rey” pero, según dicen, no se accedió a tales peticiones. Habrá que llegar al fondo del asunto porque nunca podrá haber certeza jurídica en un país en el que se establezcan “requisitos” a cumplir que no están en ley.

Segundo, en Guatemala debemos cambiar drásticamente la manera en la que se llevan las relaciones entre las comunidades, El Estado y los adjudicados. Siempre he dicho que estos proyectos deben ser como terminan siendo para algunas comunidades los capos del narcotráfico porque hay comunidades que sienten que si agarran al capo se va el desarrollo. Creo que debemos trabajar para que sea tal la integralidad, que la gente sea el primer brazo de defensa de los adjudicados para incluso cerrar la puerta a los “agitadores” que señalan algunos.

Tercero, creo que es bueno hablar de los impactos que se tienen en las comunidades y áreas de influencia para saber, en términos de empleo y compensadores sociales, qué efectos se están teniendo y para ello utilizar mecanismos de control y seguimiento que nos permitan ir fijando parámetros y hacer ajustes a futuro con la intención de ir innovando como es natural en la vida. Si el mismo Estado no mide esos impactos es muy difícil planificar.

Y cuarto, debemos debatir respecto al tema de las regalías (tema muy renegado) y los verdaderos impactos que existen para el país. Por un lado se dice que en regalías se han pagado Q1 mil millones y eso se dice con el mayor de los gustos, pero nunca pudimos saber cuánto se ha obtenido en crédito fiscal para conocer los verdaderos impactos en términos de las finanzas del Gobierno, de rentabilidad de los adjudicados y parte de los costos/beneficios de la explotación de los recursos del Estado que al final son los recursos de los habitantes.

Suena bonito el tema de la certeza solo aplicada a una parte del proceso, pero las mentes inteligentes y quienes tienen una noción de Estado saben que todo es un tema más integral y ese es el debate que debemos estar teniendo.

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