Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En el plano personal y en el medio del que formo parte, La Hora, hemos sostenido que el financiamiento electoral realizado en contra de lo que establece la ley es un grave problema para la democracia y si no fuera por los trabajos de investigación de los entes respectivos, no estaríamos debatiendo sobre una realidad que por muchos años optamos por ignorar.
Creo que se ha avanzado mucho en evidenciar los efectos del financiamiento y ahora mismo se debate en el Congreso la reforma al artículo 407 inciso N, segundo párrafo del Código Penal que aborda el financiamiento electoral ilícito con dinero legítimo y en ese aspecto he expresado con anterioridad que debe haber salidas y por ende comparto la postura del Frente Ciudadano Contra la Corrupción (FCCC), pues la propuesta ofrece salidas para quienes las deseen sin que estas pasen por impunidad.
Y creo que también es muy importante que en Guatemala abordemos el financiamiento que se tipifica en el primer párrafo del artículo 407 N, es decir, el financiamiento que se hace en Guatemala con dineros de fuente ilícita, porque así como hay quienes han querido hacer ver que el de fuente lícita no es “tan malo”, hay otros que han querido decir que el de fuente ilícita solo se infiltra en las alcaldías del Interior del país y eso no es cierto.
Hace un tiempo yo decía que era importante cuidar las formas y que quienes con dinero lícito deseen financiar una campaña, deben hacerlo sin usar las formas de quienes aportan dinero de fuente ilícita y sostengo que se deben erradicar prácticas como las de las facturas, por ejemplo, y empezar a pedir los recibos, pero definitivamente debemos discutir en torno a esas campañas que se verán inundadas por dinero ilícito.
Y como la ley establece el control sobre los medios tradicionales, es importante que el TSE sepa y entienda que los aportes en especie para el tema de mítines, rifas, conciertos, regalos y demás, más las promociones en las redes sociales serán dos de los focos en los que las fuerzas del mal centrarán sus esfuerzos para incidir en las campañas y en los políticos.
El TSE no puede simplemente, y menos a luz de la experiencia en Estados Unidos, decir que no se meterá en nada con el tema de las redes sociales porque tienen toda la capacidad y facultad de firmar convenios de colaboración con Facebook, Twitter y Google, por ejemplo, para tener al menos un récord de la pauta y alguna injerencia sobre las cuentas falsas por medio de las cuales se quiera influir en la elección.
Dada la experiencia en el norte, esos gigantes tecnológicos han desarrollado propias herramientas y es importante contarle, a quienes no saben, que en Facebook por ejemplo los anuncios son previamente aprobados por ellos, lo que quiere decir que las pautas no son a la libre ni de forma inmediata y eso permitiría algún tipo de validación o registro para llevar constancia por parte de nuestra autoridad electoral.
Que si no hay personal y/o recursos, pues debatamos como país qué deseamos de las próximas elecciones porque tal y como está la situación en nuestra Guatemala, los comicios serán definitivos para nuestra próxima década como menos y no es poca cosa la que está en juego.
El TSE tiene un papel que jugar, pero nosotros, la sociedad, otro igual de importante y no podemos renegar los debates que sin duda alguna marcarán el futuro.