Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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Hasta que en Guatemala entendamos que hay que seguir al pie de la letra lo que manda la Constitución, se podrán componer tantos problemas causados por desatinos, incapacidades y negligencias de los servidores públicos. Por siglos seguimos con la mala costumbre de irrespetar las normas que indican claramente que los trabajadores del Estado están al servicio de la administración pública y nunca de partido político, grupo, organización o persona alguna, como que para su otorgamiento no se atenderá más que a razones fundadas en méritos de capacidad, idoneidad y honradez.

Esa y no otra es la causa de la disparidad de remuneraciones entre los servidores públicos. Los compadrazgos, los compromisos político-partidarios y los amiguismos son los que predominan a la hora de nombrar al más encopetado y hasta el más humilde servidor público. Solo importa la conveniencia y la comunión de intereses. A la punta de un cuerno se manda la calificación de méritos como de liderazgo, entereza, rectitud y capacidad para designar a un ministro, viceministro, director, gerente o jefe de una dependencia. De ahí que a la hora de desempeñar el cargo, no pasa de repetir una y otra vez “como no señor presidente”, “lo que usted mande señor presidente”, “lo que usted disponga señor presidente”. Aquí se origina la nulidad de sus actuaciones y decisiones.

De esa cuenta, quien fuera director de un hospital, a la hora de asumir el cargo de ministro, no le queda otra que repetir la letanía antes dicha o cumplir con las instrucciones de decir “no hay pisto”, agregándole cuánta mentira, falsedad o falso argumento le manda a decir su jefe. Se olvidan que la población ya no se traga ese cuento de no haber pisto para darle aumento sueldo a los médicos, pero sí lo hay para llevar a Xetulul a todos los empleados del Ministerio de Relaciones Exteriores; sí hay pisto para pagarle Q1.2 millones de viáticos en 36 viajes del Presidente y sobra el pisto para pagar Q17.2 millones para contratar el alquiler del nuevo edificio de Ministerio de Desarrollo, a pesar de su demostración de incapacidad para cumplir los objetivos para el cual fue creado.

No hay pisto para comprar equipo, material y medicinas para los hospitales, pero sí lo hubo para que Gustavo Herrera pueda estafarle al IGSS 250 millones de quetzales y aun así, se permita que el gobierno del nicaragüense Ortega le otorgue “asilo político” confirmando la impunidad imperante en nuestro país. En fin, se insiste en decir que no hay pisto para aumentar sueldos a los médicos de clínicas, cirujanos y especialistas estatales, pero se rompe politiqueramente la equidad firmando más pactos colectivos con los maestros.

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