Arlena Cifuentes
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Guatemala está urgida que dentro del espectro político actual, surja una nueva alternativa política para las elecciones de 2019. Esta nueva alternativa deberá brindar al pueblo la garantía de que quienes conformen, al menos, el Organismo Ejecutivo y el Gabinete sea gente proba, esto es indispensable. El país como sucede a lo largo de la mayoría de los países en subdesarrollo de Latinoamérica no tienen estadistas, es decir gente con el conocimiento suficiente en el arte de gobernar. En primer lugar, la misma, deberá llegar con cero compromisos y ataduras, como condición sine qua non, para contar con la libertad para elegir y designar los puestos clave, que es de donde se desprenden las políticas públicas necesarias que sirvan de punto de partida para realizar un buen gobierno. Partiendo de esa independencia, puede conformarse un equipo cuyos principales ingredientes sean la probidad y el expertis suficiente para manejar la cosa pública. Los tránsfugas, como sinónimo -aunque no los únicos- oportunistas, no deberán tener cabida.

Nuevamente el lector podría pensar que estos planteamientos están fuera de toda realidad y que se corre el riesgo de ser un esfuerzo sin los suficientes integrantes. Quisiera pensar que puede lograrse en buena medida.

Necesito creer que hay gente a quien aún le interesa el país y que está dispuesta a desprenderse de ideologías e intereses particulares. Que siempre habrán colados es innegable, pero cuando los principios, valores y la ética prevalecen, es más fácil detectar la carroña que nos rodea. De hecho hay, hoy en día, algunas personas en lo individual, así como, en pequeños grupos que preocupados por la crisis actual se reúnen, preguntándose ¿qué pueden hacer hoy por Guatemala?.

Obvio, Empezar a generar respuestas realistas a esta pregunta es importante. Puede construirse a partir de sus valiosas contribuciones, el punto de partida a una nueva opción política partidista. Aunque en Guatemala no existe una tradición en la formación de una cultura política, no puede negarse que son grupos bien intencionados que pueden aportar y orientar a la ciudadanía.

La única forma, como ya se señaló, es contar con gente proba, que garantice que los intereses del país son prioritarios. La vida y la dignidad de los guatemaltecos menos favorecidos deben ser rescatadas y tendrá que ser su objetivo fundamental, de manera gradual y en perspectiva de mediano y largo plazo. Pensar que existe un movimiento político que acceda al poder y que pueda solucionar toda la problemática actual es utópico. Cualquier partido político que se atreva a ofrecer semejante disparate de por si debe ser merecedor del rechazo del elector.

Por de pronto, la única posibilidad de una nueva alternativa de la que tengo conocimiento es la que se desprende de la reunión de acercamiento que semanas atrás sostuvieran en El Salvador, la señoras Thelma Aldana, Nineth Montenegro como representante del Partido Encuentro por Guatemala y el señor Oscar Clemente Marroquín, entre otros, y como todo en política, despertó el interés de muchos, las dudas en unos y el miedo en otros. Conozco a Nineth y he seguido su trayectoria. Ha sabido evolucionar, como una excepción entre los integrantes de la izquierda que se quedaron estacionados en el tiempo y no pudieron dar el salto que ella sí pudo dar. El compromiso de Nineth con el pueblo se percibe. A Oscar Clemente Marroquín lo conozco y lo considero un hombre de principios y valores que puede garantizar con su participación que una vez asumido el compromiso este se hará prevalecer. Si Encuentro por Guatemala no pudiera ser el vehículo para impulsar la nueva alternativa, deberá tenerse mucho cuidado en la búsqueda de una nueva plataforma, me atrevería a afirmar que la misma es casi inexistente. Esta es la mayor interrogante.

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