Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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Los errores que hoy se comenten tarde o temprano se terminan pagando, es una sabia enseñanza que mi padre me inculcó, seguidamente en cuestiones de trabajo, siempre tuve mentores de quienes recuerdo sus lecciones que me sirvieron de mucho. Uno de ellos, el doctor Ricardo Asturias Valenzuela, con quien tuve la dicha de trabajar de cerca cuando ocupó la Gerencia del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, fue insistente en recomendarme la no contratación de personal empleando solo “el buen ojo” o las corazonadas, sino emplear la investigación de antecedentes, el análisis de sus conocimientos y sobre todo la experiencia adquirida en el ejercicio de su profesión u oficio. Otro de ellos, don Roberto Fischer Renard, Fundador de Fischer y Compañía, S.A. quien siempre insistía en decirme que la única manera eficiente de medir los resultados de un directivo, ejecutivo o del más sencillo de los empleados era evaluando y comparando sus resultados.

Lo anterior lo traigo a colación al leer o escuchar noticias en donde poblaciones enteras se quejan de la falta total de orden, de la ausencia de la PNC o de su ineficacia para reducir los índices de todo tipo de delincuencia. También se ha vuelto común escuchar que la ciudadanía no la tiene todas consigo cuando aparecen por doquier “patrullas civiles”, integradas por gente encapuchada, quienes dicen mantenerse en constante movimiento con el afán de prevenir delitos pero, que finalmente terminan siendo organizaciones paralelas a la delincuencia común.

Todo esto tiene su origen desde que al presidente Morales se le ocurrió nombrar a una persona con recomendaciones a saber de qué tipo, sin tener alguna experiencia y capacitación para desempeñar el cargo de Ministro de Gobernación, llegando a hacer todo lo contrario a los elementales principios de evaluar a profundidad al personal bajo sus órdenes y de las dependencias a su cargo, antes de proceder a tomar la escoba y ponerse a barrer a cuanto servidor público haya encontrado con larga experiencia, capacitación y conocimientos sobre seguridad pública.

Todo ello trajo como consecuencia la cada vez más crítica ineficacia de la autoridad constituida, provocando la lógica reacción humana de buscar protección o defensa, más todavía cuando ve cómo la situación imperante le impide hasta ir a desempeñar sus labores, no digamos para disfrutar de sus distracciones, lo que los ha llevado hasta apoyar y contribuir a la creación de fuerzas anárquicas que, sin normas o principios legales, aducen ser defensoras de la población honrada y trabajadora del país, pero que en la práctica resultan ser una arma de dos filos, ambos perjudiciales para la población. De todo ello surgen las grandes carencias de hoy.

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