Luis Enrique Pérez

lepereze@gmail.com

Nació el 3 de junio de 1946. Ha sido profesor universitario de filosofía, y columnista de varios periódicos de Guatemala, en los cuales ha publicado por lo menos 3,500 artículos sobre economía, política, derecho, historia, ciencia y filosofía. En 1995 impartió la lección inaugural de la Universidad Francisco Marroquín.

post author

Luis Enrique Pérez

Jacob Bronowski fue un matemático polaco, y también poeta, inventor y escritor. Fue autor de una obra denominada “El ascenso del hombre”, que fue precedida por un programa televisivo de divulgación científica que tenía ese mismo nombre. Bronowski nació en el año 1908, en Polonia, y falleció en el año 1974, en Estados Unidos de América.

Uno de los tópicos principales de “El ascenso del hombre” es la historia de la ciencia. Precisamente Bronowski opinaba que “el más maravilloso descubrimiento de los científicos es la ciencia misma.” Hace varios años impartí, en la Universidad Francisco Marroquín, un curso sobre esa obra de Bronowski; y casualmente encontré, en mis archivos electrónicos, un resumen de la parte en la cual él se ocupa de astronomía. Expongo ahora un excesivo resumen de aquel sobreviviente resumen.

Según Bronowski, la astronomía fue la primera ciencia exacta. La razón de ello es que la posición y el movimiento de los astros podían ser objeto de cálculos matemáticos. Originalmente la astronomía fue aplicada para elaborar y perfeccionar calendarios, como el calendario maya. Sin embargo, en el Viejo Mundo la astronomía también fue aplicada para guiar a los viajeros o para orientar a los navegantes. En esta aplicación fue esencial la estrella polar del norte.

Claudio Ptolomeo, quien probablemente nació en el año 100 y falleció en el año 170, creó un modelo astronómico en el cual la Tierra era el centro del Universo. Este modelo fue llamado “geocéntrico”. En torno a la Tierra giraban siete planetas, que describían dos trayectorias: una mayor en torno a la Tierra, llamada “deferente”, y una menor en torno a puntos de la deferente, llamada “epiciclo”. El erudito Bronowski nos informa que unos cien años antes de que Cristóbal Colón emprendiera sus viajes náuticos, Giovanni de Dondi, de Padua, construyó un fabuloso reloj que reproducía el modelo astronómico de Ptolomeo.

Ese modelo era extraordinario; pero excesivamente complejo. Por ejemplo, acudía a siete mecanismos para explicar el movimiento de los planetas. El monje y astrónomo polaco Nicolás Copérnico, quien nació en el año 1473 y falleció en el año 1543, creía que la Naturaleza no debía ser compleja, sino simple. Evidentemente, un solo mecanismo que explicara el movimiento de los planetas era más simple que siete mecanismos. En particular, los movimientos planetarios no podían ser tan complejos que tuvieran que describir dos trayectorias.

Copérnico creyó que los movimientos planetarios parecían complejos porque se suponía que la Tierra era el centro en torno al cual giraban los planetas. Si se eliminaba esa suposición, y se elegía otro centro, los movimientos planetarios podían simplificarse. Copérnico eligió un nuevo centro, que era el Sol. La teoría de Copérnico fue llamada “teoría heliocéntrica”. Copérnico y Ptolomeo supusieron que las trayectorias planetarias eran circulares. Posteriormente Johannes Kepler demostró que eran elípticas.

La teoría de Copérnico parecía inadmisible; pues según creencias religiosas de la época los planetas se movían, por decisión divina, de la manera como describía el modelo de Ptolomeo. El matemático, físico y astrónomo Galileo Galilei, quien nació en el año 1564 y falleció en el año 1642, a partir de sus observaciones astronómicas telescópicas, algunas de las cuales fueron expuestas en su libro denominado “Sidereus Nuncius”, es decir, “El mensajero estelar”, conjeturó que la teoría astronómica de Ptolomeo no era válida. La teoría correcta era la de Copérnico. En el libro denominado “Diálogo sobre los dos principales sistemas del mundo”, publicado en el año 1632, Galilei expuso y defendió la teoría de Copérnico.

La iglesia católica reaccionó: el Tribunal del Santo Oficio acusó a Galilei de infringir la prohibición de afirmar, por ejemplo, que el Sol permanecía inmóvil en el centro del Universo, y que la Tierra giraba en torno al Sol. Galilei fue obligado a firmar un documento en el que se retractaba de aceptar y defender la teoría de Copérnico; y fue condenado a prisión perpetua, en su propia casa, en Arcetri. Allí escribió un nuevo libro, denominado “Discurso y demostración matemática, en torno a dos nuevas ciencias”, que eludía tratar sobre astronomía.

Post scriptum. Galilei murió prisionero. En el mismo año de su muerte, es decir, 1642, nació el físico y matemático Isaac Newton. Opino que en Newton resurgió Galilei con potencia inaudita.

Artículo anterior¿Preocupado? A reformar la justicia
Artículo siguienteGanar la Presidencia sin perder el partido