Raymond Wennier

raymondwennier@yahoo.com

Estadounidense residente en Guatemala hace 46 años. Maestría en Administración Educativa, Memphis State University, Memphis, TN. Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa, Universidad de San Carlos de Guatemala, Colegiado activo 410. Trabajo: En áreas urbana y rural guatemaltecas. Consultor Educativo. Docencia y Administración Educativa. Publicaciones: Alrededor de 600 artículos sobre temas educativos de 1,980 a la fecha. Autor del libro "Liderazgo, una nueva conceptualización", 1987.

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Raymond J. Wennier
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Desde las décadas de los años 1980 y 1990 cuando las investigaciones de cómo funciona el cerebro, del Dr. Howard Gardner, estaban dirigidas directamente al ser humano y a sus potencialidades, se habla de las Inteligencias Múltiples.

La teoría original de las Inteligencias Múltiples fue desarrollada para explicar cómo funciona el cerebro. El Dr. Gardner define “la inteligencia como una competencia humana que tiene que tener un conjunto de habilidades para resolver problemas capacitando al individuo a resolver problemas genuinos o dificultades que en él o ella se encuentren y también tener la capacidad potencial para encontrar o crear problemas por el cual dan la base para adquirir nuevos conocimientos”.

En el pasado, se consideró la capacidad intelectual como algo fijo, que se nacía con esas cualidades cerebrales. Sin embargo, hoy día se sabe que no es así. Sabemos de la neuroplasticidad del cerebro, del poder de modificación por medio de nuevos estímulos que son dinámicos en su naturaleza. Además, Carol Dweck, autora del libro “MINDSET”, ha presentado la disyuntiva entre un cerebro fijado, igual como antes, contra el cerebro en crecimiento. Esas dos ideas van de acuerdo a lo expresado en líneas anteriores. No se nace con determinada cantidad de talentos intelectuales, sino el crecimiento es el destino del humano. En educación, uno de los sistemas que demuestras esas ideas fue el “Tracking”. Los más “inteligentes”, según cifras expresadas por un examen estandarizado fueron puestos en el grupo A, con un currículo que se suponía los preparaba en ciencia, matemática y lenguaje específicamente; los alumnos con menores resultados en el C. I. fueron puestos en el grupo B, con exigencias un poco menores que el grupo A. Y los alumnos con un bajo rendimiento en el examen fueron puestos en el grupo C. Este grupo tenía dos “categorías”, los que fueron puestos en un currículo denominado “business”, con exigencias mucho menores que los dos grupos anteriores y luego el grupo de alumnos que según las autoridades de la escuela, solamente podían realizar trabajos repetitivos sin mayor exigencia académica. Sin embargo, sí esperaban que los alumnos tuvieran las habilidades de hacer o componer algo.

El sistema escolar desde inicios del siglo pasado, premió a los alumnos con un rendimiento medible con acceso a una educación superior, con perspectivas de puestos también superiores a los de otros estudiantes.

Desde entonces se hablaba, en otras formas, de diferentes tipos de inteligencias y de alumnos, que según ellos no tenían la capacidad intelectual para ser considerados materia para recibir una educación superior, sea la que fuera en ese entonces. Es así que el sistema educativo preparó mano de obra para las fábricas industriales. Por eso se le llamó a esa época de la educación, Modelo de Fábrica. Lamentablemente el concepto de ese término y acción siguen siendo mencionados y aplicados en el siglo XXI por muchas escuelas y maestros.

Guatemala es un país que tiene una serie de cosas diferentes que la hace muy rica en todo sentido. Hay más de veinte idiomas indígenas que son parte de una cultura que explica cómo piensan las personas para resolver problemas y cómo crean problemas para obtener más conocimientos, para a su vez resolver más problemas que el humano encuentra. Eso es en parte cómo funciona el cerebro del humano y de acuerdo a los más recientes estudios sobre este tema hay muchos más índices que explican lo que es el cerebro más profundo para adaptarse para resolver problemas. Continúa.

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