Emilio Matta Saravia
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En estos momentos, Guatemala enfrenta un panorama económico complicado, con un crecimiento económico (revisado a la baja por el Banco de Guatemala), de aproximadamente 2.5%. Este es un tema que debe preocuparnos a todos los guatemaltecos, indistintamente del sector al que pertenecemos o la ideología que podamos tener. Con el incremento de precios de petróleo, aunado a la disminución de precios de los principales productos agrícolas y agroindustriales de exportación y a la desaceleración en el ingreso de remesas, el panorama en el corto plazo no es nada alentador.
La discusión se debería centrar, a mi humilde entender, en las políticas públicas de corto, mediano y largo plazo que puedan ayudar a generar un crecimiento económico alto, sostenido en el tiempo y que sea incluyente. La idea es generar una capa media grande y robusta, con capacidad de consumo y de ahorro, de tal forma que el consumo dinamice la economía a la vez que el ahorro promueva más proyectos productivos, mismos que generarán mayor empleo, agrandando las capas medias y así sucesivamente, logrando generar un círculo virtuoso de crecimiento económico y desarrollo social.
En el mediano y largo plazo, las políticas públicas se deben centrar en capital humano. Más de un 50% de nuestra población joven (menos de 15 años) tiene algún grado de subdesarrollo físico e intelectual, debido a que padecieron (y siguen padeciendo) de desnutrición crónica en su infancia. Además de que un alto porcentaje de esta misma juventud no llegará a tener ni siquiera un diploma de 6º grado de primaria, principalmente en las áreas rurales. Y viven en condiciones insalubres, sin disponibilidad (por lo menos cercana) de atención médica primaria. Estos deben ser ejes de trabajo de cualquier gobierno, indistintamente de su bandera ideológica. Si no son atendidos con la importancia y urgencia que merecen, con políticas públicas no politizadas que trasciendan gobiernos, estamos condenados a vivir en el subdesarrollo y a ser incapaces de generar un crecimiento económico alto y sostenido. Ninguna inversión extranjera, de las que necesita nuestro país porque generan desarrollo, va a venir a instalarse a un país donde la mano de obra no es calificada, tiene rezagos intelectuales por padecimiento de desnutrición crónica y no hay servicios de salud disponibles para toda la población.
En el corto plazo, la correcta ejecución de gasto público puede ser una medida que apoye el crecimiento económico. Esto significa que el gobierno, bajo estricta supervisión de la Contraloría General de Cuentas, ejecute obra pública en la forma de reparación y construcción de carreteras, escuelas públicas y hospitales. También se puede incentivar el establecimiento de zonas francas (mediante la aprobación de la ley que se encuentra en el Congreso) para atracción de empresas que puedan producir bienes finales para el mercado estadounidense, aprovechando el DR-CAFTA. Debe entenderse que no promuevo la exención del ISR, sino la facilitación de que empresas, cuyo fin es la exportación, puedan importar materias primas sin pagar IVA y Aranceles, transformarlos en el territorio nacional (para lo que se ocuparía mano de obra calificada y no calificada) y finalmente exportarlos al mercado estadounidense.
La idea es que estas zonas francas puedan generar empleo en el corto plazo, y a medida que nuestra mano de obra vaya tecnificándose, es decir, pasando a ser mano de obra calificada, en estos mismos recintos fiscales (zonas francas) pueden establecerse industrias con mayor grado de tecnología, empresas de tercerización de servicios y centros de investigación y desarrollo, que generarán más empleos mejor remunerados para una mayor cantidad de guatemaltecos.