Arlena Cifuentes
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Es innegable como los niveles de pobreza se incrementan cada día más en nuestro país. La brecha entre los sectores más favorecidos y los menos privilegiados se hace más profunda. Un reflejo evidente de ello es el acceso a la atención en salud. Mientras unos pocos tienen la oportunidad de acceso al sistema privado la gran mayoría por el contrario, debe acudir al sistema público de salud. La manera en que funciona este último es una clara evidencia de las desigualdades sociales.
En este caso concreto, las autoridades responsables tratan por todos los medios de ocultar una realidad que es de suyo evidente, afirmando siempre que los hospitales están abastecidos. El recurso humano es también otra de sus grandes carencias, los turnos de los residentes muchas veces llegan a las cuarenta horas de servicio ininterrumpido en condiciones infrahumanas, además del maltrato y de las neuropatías tensionales de sus superiores. Algunos de los Jefes de Departamento tienen muchísimos años en el mismo puesto y son intocables a pesar de ser totalmente inoperantes e ineficientes.
La deformación de este sistema, como el de muchos otros, es el resultado de la indiferencia y negligencia de quienes han tenido en sus manos puestos de dirección, que más que servir se han servido de ellos para llevar agua a su molino.
Como se señaló, el desabastecimiento de medicamentos es permanente a lo largo del sistema –puestos, centros de salud- y en los hospitales el mal estado de los equipos es frecuente, los quirófanos son insuficientes. Es doloroso que algunos medios de comunicación le sigan el juego a las autoridades, proclamando a los cuatro vientos que están totalmente abastecidos; es de todos sabido que el personal médico no se da abasto para atender a los cientos de pacientes que acuden diariamente.
Tanto los técnicos de laboratorio como los de Rayos X, han hecho sus propios horarios restringiendo los horarios de atención lo cual es inaudito, ya que de ello depende muchas veces la vida de un buen número de pacientes. La única explicación para ello es que están sindicalizados y por eso se autorecetan horarios más cómodos. Estos ejemplos reflejan claramente la ausencia de una adecuada administración por parte de las autoridades del ramo.
El actual Ministro conoce muy bien cómo funcionan los hospitales públicos. Los reos han vuelto a los hospitales públicos, quedando en el olvido los acuerdos y promesas hechas de que no se llevarían ni se atenderían más reos. Tanto la presencia de la Policía Nacional Civil como de los reos pone en alto riesgo las vidas de quienes, valga la redundancia están dejando una buena parte de su vida adentro de los hospitales haciendo su trabajo a conciencia, porque justo es decirlo, como en todo hay quienes actúan con responsabilidad mientras hay quienes que no lo hacen.
Los salarios que perciben los residentes, son salarios de hambre. No me cabe la menor duda que el inmenso grupo de trabajadores sindicalizados, enfermería, limpieza y otros, gozan además de mejores salarios, mejores condiciones de trabajo, incluso que los médicos que tienen horarios interminables, sin derecho a ningún descanso ni horarios de comidas establecidos. No olvidemos que están obligados a asistir a clases, realizar los trabajos y tareas caprichosas asignadas por los encargados de las especialidades y sustentar exámenes continuamente.
Recientemente, tengo entendido, que por primera vez en la historia, todos los profesionales que no están sindicalizados han iniciado una demanda de aumento salarial. Por cierto una demanda timorata. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que la cartera de Salud Pública preste oídos a las justas demandas que con todo derecho reclama en la actualidad el gremio médico?