A pesar de la forma en que el Pacto de Corrutos trata a toda costa de seguir consolidando posiciones para hacer estéril la lucha contra la corrupción, tenemos en la Corte de Constitucionalidad el contrapeso necesario para contener ese peso abrumador de la actuación cínica y desvergonzada de aquellos dispuestos a hacer hasta lo imposible para continuar con la asquerosa sangría de los recursos del Estado, para beneficio de camarillas de pícaros que saben cuán importante es la impunidad para seguir con el uso abusivo de recursos que debieran servir para el impulso de efectivos programas sociales de combate a la pobreza, la marginación o la exclusión de tantos compatriotas.
No es de extrañar que ahora el objetivo de los sinvergüenzas sea la Corte de Constitucionalidad que ha sido valladar para contener los abusos y despropósitos en contra de la imperiosa necesidad de cambio en el país. Y acciones ciudadanas en contra de las disposiciones no sólo cínicamente groseras sino deleznables por su origen, dan lugar a que se apliquen los correctivos para seguir luchando por el efectivo imperio de la ley.
Tal y como están las cosas, con la evidencia de que los días del jefe de la pandilla están contados, es del caso preguntar quiénes se quieren hundir con él. Al financiamiento electoral ilícito se suman otras gravísimas acusaciones que hasta para los más furibundos “institucionalistas” harán imposible la defensa de quien puede verse señalado de crímenes que generan repudio por su brutal y grosera característica, y se sabe que hasta los que habían asegurado que aunque fuera en andas había que llevar al comediante a la caída del telón en enero de 2020, ahora reconocen que dadas las condiciones que se presentan, eso será totalmente imposible.
Los que decidieron emitir su voto para buscar mayoría en la CC quedan marcados como socios de quien ya no tiene salvavidas y tanto ellos como los que en la Corte de Constitucionalidad dan la espalda a la legalidad y al pueblo en su clamor por transparencia, tendrán que pagar las consecuencias no sólo de su picardía sino de su ceguera al atar su destino al de quien por abusador se convierte en perdedor.
Entender la realidad, la coyuntura y lo que está sucediendo y va a suceder es fundamental para quienes aún quieran salvar el pellejo. Los obtusos, los ciegos, los cínicos y descarados, quedarán en evidencia y cuando llegue el momento de establecer el imperio de la ley tendrán que pagar las consecuencias de esa su ceguera cínica y descarada.