Claudia Escobar

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Es juez guatemalteca, reconocida internacionalmente por su labor en contra de la corrupción. Recibió el reconocimiento “Democracy Award”. Escobar ha sido fellowen la Universidad de Harvard y Georgetown University.  Doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona; Abogada por la Universidad Francisco Marroquín. También tiene estudios en ciencias políticas de Louisiana State University

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Claudia Escobar

La violencia que se ha desatado en Nicaragua contra los ciudadanos que exigen un cambio en el gobierno, no tiene precedentes. Según estableció la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –CIDH– casi 300 personas han sido asesinadas desde que iniciaron las protestas en abril de este año, más de 1,800 han sufrido heridas graves y no se sabe con exactitud el número de personas que están detenidas ilegalmente. Daniel Ortega y Rosario Murillo, están dispuestos a todo con tal de mantenerse en el poder. Pero, después de 12 años de estar sometidos a la tiranía, el pueblo nicaragüense reclama su derecho a la libertad, a la dignidad, a la justicia y a elegir a sus gobernantes de forma democrática.

El ataque directo en contra de los religiosos, de los estudiantes, de los periodistas y el uso de la violencia para amedrentar a la población son una muestra clara que los gobernantes no están dispuestos a ningún tipo de negociación. Ante la carnicería de Ortega y sus huestes no se puede permanecer indiferente. ¡Que Daniel Ortega detenga la masacre! Ruega Monseñor Silvio José Báez. Su voz debe encontrar eco entre los creyentes del respeto a la dignidad humana.

La brutalidad con que la policía y los grupos parapoliciales atacan a la población es alarmante y la única forma de parar con ese baño de sangre es a través de la intervención de la comunidad internacional. Existe ya un grupo interdisciplinario de expertos independientes –GIEI– nombrados por la CIDH para investigar los hechos violentos que desde hace tres meses ocurren en el país. Ojalá que ellos allanen el camino para que se haga justicia.

Los organismos internacionales buscan una salida para a la crisis que se desató, hace tres meses, cuando la población salió pacíficamente a las calles a protestar y el gobierno respondió con cruel represión, disparando a ciudadanos desarmados, en su mayoría estudiantes. Para la comunidad internacional está claro que no se trata de una situación en donde la hay dos bandos que pelean por el poder; sino ante un puñado de déspotas que atacan a su pueblo, porque este ha despertado y no está dispuesto a someterse.

La Unión Europea (UE) se pronunció por medio de la Alta Comisionada para la Política Exterior, Federica Mogherini exigiendo que “de inmediato se ponga fin a la violencia, la represión y las detenciones arbitrarias y que se respeten las libertades fundamentales». Por su parte en la Asamblea de la Organización de Estados Americanos -OEA- se busca condenar los hechos ocurridos en Nicaragua y se espera que hoy emitan una resolución. Falta, sin embargo, una postura más crítica de las Naciones Unidas, órgano que podría incluso enviar a sus Cascos Azules para proteger a la población que es atacada por las fuerzas policiales y los grupos armados.

Es en los momentos de crisis cuando el apoyo de los países amigos es fundamental para respaldar a los ciudadanos que buscan la paz. Es urgente detener los ataques despiadados de las fuerzas públicas y los grupos armados que aterrorizan a la población. Los ciudadanos centroamericanos debemos levantar la voz y exigir a nuestros gobiernos que condenen los hechos de violencia contra la población, pero además que tomen acciones concretas para resolver este conflicto. Hoy es Nicaragua, mañana podríamos ser nosotros los que necesitemos del apoyo de nuestros hermanos centroamericanos, para defender nuestro país de los criminales que toman el poder.

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