David Napoleón Barrientos Girón
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La intolerable represión en Nicaragua nos señala que la seguridad global aún está lejos de concretarse, las acciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y de la Organización de Estados Americanos (OEA), son pobres, y las de la región aún no se ven, mientras los nicaragüenses quedan a merced del abuso de los Ortega-Murillo, pareja nefasta y corrupta, que nos muestra el proceder de los populismos ideológicos ya en el poder, peligrosos, represivos y soberbios, a ellos se suma el desvergonzado silencio cómplice de la comunidad internacional.
Si la Organización de las Naciones Unidas tiene dentro de sus propósitos la cooperación internacional en el desarrollo, estímulo y respeto a los derechos humanos, y la Organización de Estados Americanos, tiene como uno de sus propósitos y preceptos el respeto a los derechos humanos, debiera accionar contundentemente, ante la represión de un gobierno contra su pueblo, o es que estos organismos están parcializados, este disimulo atroz pone en duda el papel que deberían estar jugando en este momento crítico en Nicaragua. Pese a que han redefinido sus objetivos, siguen dejando al ser humano en segundo plano, lo cual es una desventura para los pueblos. Si estos organismos multilaterales promovieran la seguridad global y regional, entendida como la preeminencia de la vida y priorización de las libertades del ser humano y no la de los estados, debieran proceder más activamente ante la represión sandinista y dejar esa posición inmutable.
De los organismos regionales: El Sistema de Integración Centroamericana (SICA) cuyos objetivos son: construir una región de paz, libertad, democracia, respeto, tutela y promoción de los derechos humanos, tampoco se ha activado ante las violaciones constantes que han dejado más de doscientos cincuenta muertos en Nicaragua. El Parlamento Centroamericano (Parlacen), que se dice ser un foro deliberativo para afianzar la paz y la seguridad de la región, el desarrollo político, social y económico, donde se garantice el respeto a los derechos humanos, no se activa.
La aplicación de medidas amparadas por la Ley Global Magnitsky del gobierno y Congreso de los Estados Unidos, recientemente ha mostrado más contundencia al imponer sanciones económicas a altos funcionarios del régimen sandinista, por abusos cometidos contra los derechos humanos y actos de corrupción en Nicaragua, no cabe duda que la administración Sandinista, no sólo reprime a sus ciudadanos, sino que contribuye a la inestabilidad política, social y económica de la región, de hecho ya se cuentan millones de pérdidas en el comercio centroamericano.
En pleno siglo XXI debieran revisarse los propósitos de los foros y organizaciones globales y regionales, pues, aunque estos organismos dicen estimular los derechos humanos, no los privilegian, se da preferencia a las relaciones entre los estados y no entre los ciudadanos; la cooperación internacional debe priorizar la defensa de la vida y libertad del ser humano. Por tanto debemos preguntarnos ¿habrá que esperar el siglo XXII, para colocar al ser humano en el centro de interés de los esfuerzos multilaterales? ¿Son necesarios estos organismos si no actúan cuando se necesita?
Los guatemaltecos nos acercamos a un proceso electoral, con una serie de incertidumbres, entre ellas falta de certeza jurídica, vigencia de un sistema de corrupción institucionalizado y si no sabemos elegir, no tendremos que esperar mucho tiempo para estar en un escenario como el de la Nicaragua Sandinista, donde se asesina a centenares de personas, sin que ningún foro global o regional actúe, debemos ser responsables con el futuro de nuestros hijos, pues ya vemos que el sistema de naciones “organizadas”, muy bien gracias.