Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En los entretelones del poder los últimos días han sido importantes. El día martes estuvo en Guatemala Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América y solo Dios sabe qué fue lo que exactamente abordó y dijo en las reuniones que tuvo con los diferentes actores de la vida nacional.
Pero lo que sí sabemos es que en horas de la mañana de ese martes, circuló una publicación firmada por Franco Ordoñez y publicada en el Miami Herald, en la que se informaba que el gobierno de los Estados Unidos buscaba maneras de devolverle a Jimmy Morales el favor materializado en el traslado de la Embajada de Guatemala en Israel y la manera elegida era ahogar a la CICIG de diversas formas cumpliendo con los pedidos expresos de Morales.
Luego, alrededor del mediodía, la embajada de los Estados Unidos convocó a algunos medios para sostener una llamada en conferencia con Helen Aguirre Ferré, asesora especial del presidente Donald Trump y directora de Asuntos de Medios de Prensa de la Casa Blanca, y ella mandó un mensaje muy claro: Para la Casa Blanca, la CICIG juega un papel clave en la lucha anticorrupción que genera, entre muchas otras cosas, harta migración.
Según se supo, la asesora tuvo una comunicación directa con mi amigo y colega Luis Felipe Valenzuela, y ahí sí mencionó también el importante papel que juega Iván Velásquez en el manejo de la Comisión (un nuevo comisionado ahora significa acabar con el ente internacional porque en lo que se acopla el nuevo estamos fritos, asumiendo que tendrá la misma voluntad y entendimiento del colombiano).
Y todo lo anterior, supuso un revés para el Gobierno, y a mi forma muy particular de ver las cosas, ello refleja que Morales no está cumpliendo con lo que le han pedido desde el norte y empiezan a darse cuenta que nuestro mandatario lejos de ser un aliado está siendo un problema que puede terminar agravando la situación de la región.
Tan inesperados fueron los mensajes que el ministro de Gobernación, Enrique Degenhart, agarró avión a Washington y el Ministerio de Gobernación dice que no hay agenda que compartir porque “es un asunto personal”. Puede ser y el Ministro tiene todo el derecho del mundo, pero llama poderosamente la atención que si en teoría tenía planeado un viaje para la otra semana a Washington, haya salido de manera tan abrupta luego de los mensajes.
Hay que recordar que Degenhart se ha convertido en un operador clave de Morales y son célebres los mensajes que llevó a Washington cuando fue con Álvaro Arzú Jr. El Gobierno de Guatemala ha reducido todo a su agenda pro impunidad y por eso, hasta se olvidaron de avisarle a personas en situación de riesgo, porque hay muchos funcionarios (no todos) que siguen el ejemplo del mandatario y andan pensando en mil babosadas que nada tienen que ver con el país.
Pero una cosa debemos advertir: los que desean volver al pasado se han fijado un objetivo y no cesarán hasta conseguirlo (por eso buscan acallar a buenos jueces y algunos diputados siguen en las suyas) y eso nos obliga a los guatemaltecos, a la sociedad en general, a alcanzar los acuerdos mínimos que nos permitan los consensos para hacerle frente al pacto que desea instalar para los próximos años la dictadura de la corrupción.
Los Chávez, los Ortega y hasta los Morales son consecuencias de las incapacidades de las elites (de todo tipo) de un país de alcanzar acuerdos para atender los vicios y dar respuesta a las necesidades de la gente en general.