Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Hace pocas semanas nos enteramos del agresivísimo cáncer que le fue detectado a nuestra consuegra, Renée Bianchi de Flores, esposa del doctor Danilo Flores Salazar y madre de Gabriela Flores de Marroquín, casada con José Carlos Marroquín Pérez y estuvimos muy pendientes de ella y de Danilo, especialmente durante su reciente viaje a Miami para ser evaluada por médicos especialistas que le hicieron otra batería de exámenes y empezaron un tratamiento para aliviarla y ofrecerle calidad de vida. La Renée sabía que ni Gaby ni sus hijos podían venir a Guatemala a acompañarla y ella facilitó todo para que pudieran verse en la Florida.

A mediados de la semana pasada, esperando el momento de las nuevas citas médicas programadas para este día, Danilo y la Renée se fueron a Marco Island con los Marroquín Flores. Por varios años allí vivió José Carlos cuando se fue al exilio de Guatemala y periódicamente sus suegros llegaban a visitarlos y, como ocurre con casi cualquier persona que conoce ese lugar, se enamoraron de la isla y en medio del sufrimiento que le provocaba el cáncer, se desplazaron para estar en los lugares que ya les resultaban tan familiares.

El viernes por la noche fueron a un concurrido restaurante ubicado a la orilla del agua y en medio de sus dolores, la Renée se tomó varias fotos con su familia en un lugar que es realmente paradisíaco y que a ella siempre le gustó mucho. Dicen todos los que estuvieron allí con ella que fue como una especie de linda despedida porque estuvo animada, feliz y fue quien pidió que se tomaran abundantes fotografías.

Al día siguiente cuando María Mercedes llamó a la Gaby para averiguar cómo iban y cómo se sentía su mamá le dijo que no era un buen día, que la notaba muy cansada y pensamos que al salir de la misa sabatina pasaríamos a verlos un momento. En rumbo a la iglesia íbamos cuando José Carlos me llamó para ver si podían llevarla a ver la caída del sol desde nuestro balcón porque era algo que siempre le había gustado mucho y quedamos en que al llegar a verla nosotros la invitaríamos.

Minutos después de esa plática nos llamaron para que nos hiciéramos cargo de José Andrés, el menor de sus hijos porque la iban a llevar al hospital, ya que no la veían bien. Y así lo hicimos pero pocos minutos más tarde, apenas empezando la misa, me volvió a llamar José Carlos para decirme que mejor nos fuéramos al hospital porque el cuadro no era bueno.

Al llegar al hospital abracé a un Danilo fuerte, pero terriblemente preocupado por el amor de su vida, a sus nietos y a sus hijos Gaby y José Carlos, pero su rostro ya era muestra de la gravedad de la situación. Realmente se despidió del mundo en cuestión de pocos minutos en lo que seguramente fue una bendición de Dios para evitarle una prolongada agonía. Me impresionó que cuando salieron del cuarto todos comentaron el muy agradable olor a rosas que despedía su cuerpo sin vida.

Danilo, sus hijos y nietos así como la extensa familia Bianchi sabe del dolor que nos ha causado esta lamentable pérdida.

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