Juan Francisco Reyes López
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Sin duda alguna, trae un enorme mensaje que el pueblo de México haya elegido como su presidente a Andrés Manuel López Obrador, por amplia mayoría, quien había participado en tres diferentes elecciones sin ganarlas.
En México no se eligió a la derecha, tampoco se eligió al partido tradicional PRI, de cierta manera se eligió un “monstruo”, cuya personalidad y formación está totalmente decidida.
A ello se debe de agregar que el presidente López Obrador contará con mayoría en el Congreso y en el Senado, por lo que sus acciones tendrán un respaldo en el Organismo Legislativo y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump tendrá que enfrentarse, por lo que resta de su mandato, con un presidente mexicano cuyos principios y nacionalismo están perfectamente definido.
Trump quiere que Estados Unidos se vuelva autosuficiente en la producción de aluminio y hierro; y por supuesto, López Obrador hará todo lo posible porque el campesinado y los agricultores de México puedan ser quienes produzcan los granos, la carne y todos los insumos agrícolas que México necesita sin tener que importarlos.
Esto hace que los dos presidentes tendrán que buscar un equilibrio por cuanto México sin Estados Unidos y Estados Unidos sin México no pueden desarrollarse adecuadamente. Por ello se produce la obligación de encontrar balances y entendimientos.
Para Centroamérica la presidencia de López Obrador tendrá un enorme significado, las izquierdas se sienten en este momento felices por cuanto piensan que recibirán un enorme apoyo, lo que podría perfectamente ser cierto.
Tiene que verse qué tipo de apoyos son los que López Obrador considera debe brindarle a Centroamérica y a sus activistas de izquierda, porque no es un hombre improvisado sino un hombre de izquierda, de pura cepa, que sabe lo que es el desarrollo social, económico y político.
El triunfo de Morena evidencia que la población mexicana no está satisfecha con la manera en que se produce y conduce el gobierno de México y ella será la principal prioridad que tendrá que afrontar internamente el presidente López Obrador, quien el tiempo que le quede libre se lo tendrá que dedicar a la complicadísima relación de México con Estados Unidos y también en parte a la relación que tiene con Guatemala, Honduras y El Salvador.
El mundo nunca permanece estático y, como era de esperarse, las elecciones de México tenían que producir un cambio; los problemas sociales que generaron los gobiernos de derecha y el PRI tenían insatisfechos a la mayoría de los ciudadanos. Las recientes catástrofes, como terremotos y otros efectos naturales que sufriera México, también contribuyeron a que los mexicanos consideraran que había llegado el momento de volver a un gobierno como el de Lázaro Cárdenas solo que modernizado en el siglo XXI.
Todos estaremos atentos y deseosos de que los cambios y evoluciones que haga México sean un impulso positivo para su sociedad y para sus vecinos que siempre han observado cómo se transforma México.
¡Guatemala es primero!