Luis Enrique Pérez
Charles Robert Darwin fue un notable naturalista inglés. Nació el 12 de febrero del año 1809. Falleció el 19 de abril del año 1882. Dos obras contribuyeron a conferirle extraordinaria celebridad científica: “El origen de las especies” (o “The origin of species”), publicada en el año 1859; y “El origen del hombre” (o “The descent of man”), publicada en el año 1871. No fue el creador de la teoría de la evolución de las especies de seres vivos, sino el creador de una teoría sobre la causa de esa evolución: la selección natural.
Darwin afirmó que los seres vivos de una determinada especie que mejor se adaptaban al ambiente tenían mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse. Si aquella aptitud adaptativa se heredaba, entonces todos los miembros de esa especie tendían a tener, en el curso de las generaciones, esa misma aptitud, que podía ser anatómica, fisiológica o etológica. Esa tendencia generacional era, según Darwin, la causa de un cambio de las especies, llamado “evolución”.
La naturaleza seleccionaba a los seres vivos que tenían las mejores aptitudes para adaptarse al ambiente. Esa selección fue denominada “selección natural” precisamente porque la naturaleza misma seleccionaba a los seres vivos que tenían las mejores aptitudes. Por ejemplo, en un ambiente desértico excesivamente caluroso, en el cual el agua era escasísima, la naturaleza seleccionaba a los seres vivos de una determinada especie que eran más aptos para resistir el calor y la escasez de agua, y estos seres tenían mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse. Los descendientes tendrían esa misma aptitud; y entonces la especie habría evolucionado.
El proceso de selección natural suponía distinguir entre interior y exterior del ser vivo. El interior era la dotación genética. El exterior era el ambiente en el que se manifestaba esa dotación. Interior y exterior interactuaban en el proceso de selección natural. En esa interacción, el ambiente era el ser independiente, o ser al cual tenía que adaptarse el ser vivo. Inversamente, el ser vivo era el ser dependiente, o ser que tenía que adaptarse al ambiente. La teoría darwiniana de la selección natural fue denominada “adaptacionismo”.
Empero, surgió una nueva teoría, que afirmaba que el ser vivo no se adaptaba al ambiente, sino que lo construía. Por consiguiente, si no había ser vivo, no había ambiente. Colígese que no había un ambiente absoluto al cual el ser vivo tenía que adaptarse, so pena de extinguirse. Esta teoría se denominó “construccionismo”, precisamente porque el ser vivo construía su ambiente.
Uno de los expositores de esa nueva teoría fue Richard Lewontin, profesor de zoología comparada de la Universidad de Harvard, autor de la obra “La triple hélice: gene, organismo y ambiente”. Lewontin distinguió entre el mundo físico, que existe aunque no existan seres vivos, y el ambiente del ser vivo, que consiste en la parte del mundo físico que el ser vivo convierte en ambiente. Creo que el filósofo de la ciencia Karl Popper había expuesto una tesis similar, compartida por Konrad Lorenz, fundador de la etología (cuyo objeto es la conducta animal).
El construccionismo enuncia cinco tesis. Primera, los seres vivos determinan qué es parte y qué no es parte de su ambiente. Por ejemplo, para un pájaro que construye su nido con grama seca, la grama es parte de su ambiente; pero no las piedras. Segunda, los seres vivos crean su propio mundo. Por ejemplo, el cuerpo humano crea su propia atmósfera, que lo aisla del aire exterior. Tercera, los seres vivos constantemente alteran el ambiente. Por ejemplo, transforman los alimentos en productos tóxicos que expelen. Cuarta, el ser vivo calcula las variaciones de materia prima que puede obtener del mundo físico. Por ejemplo, las plantas del desierto calculan que, en el desierto, llueve una vez cada cinco años. Y quinta, el ser vivo determina la naturaleza de la reacción que provocan los estímulos exteriores. Por ejemplo, un ratón y una culebra ratonera reaccionan de distinta manera cuando aumenta la temperatura del aire.
Post scriptum. Según el construccionismo no tiene sentido afirmar, por ejemplo, que en el planeta Marte no hay ambiente propicio para la vida; pues si en él hubiera vida, esa vida habría creado su ambiente.