Víctor Ferrigno F.
Ver a más de dos mil niños encerrados en jaulas, como si fueran animales, indignó a la opinión pública en EE. UU. y el mundo. Ante una avalancha de condenas, Donald Trump tuvo que dar marcha atrás, y ordenó la reunificación familiar, aclarando que los niños seguirán enjaulados, pero acompañados de sus padres. Tolerancia Cero; nula humanidad.
Entre los cientos de intelectuales, académicos, artistas y políticos que protestaron por la medida inhumana de la administración Trump, el cineasta Michael Moore hizo una autocrítica demoledora en su cuenta de feisbuc, advirtiendo que esa es la otra cara de la moneda estadounidense.
El cineasta, documentalista y escritor se ha convertido en un crítico mordaz de su sociedad, mediante documentales laureados internacionalmente. En su filme Bowling for Columbine (Masacre en Columbine) documenta cómo dos alumnos de una escuela de Colorado mataron a tiros a 12 estudiantes y a un profesor, cuestionando la cultura armamentista de EE. UU. Estrenado en el año 2002, el documental ganó el premio César a la mejor película extranjera en el Festival de Cannes, y obtuvo el premio Óscar al mejor documental en el año 2003, en cuya premiación hizo una polémica denuncia contra Georg W. Bush, por la invasión a Irak.
En su documental Fahrenheit 9/11, Moore demostró los vínculos económicos que durante décadas existieron entre la familia del presidente Bush, la familia real saudí y la familia Bin Laden, evidenciando motivaciones financieras «ocultas» de la invasión de Irak, y la ausencia de sentido crítico del ciudadano estadounidense promedio. El documental se convirtió en el más taquillero de todos los tiempos, recaudando 120 millones de dólares, y obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes, en 2003.
A mediados de 2007 se produjo el estreno de su esperado documental Sicko, en el que realiza un agudo retrato del fracasado sistema de salud estadounidense, una crítica a la industria farmacéutica y las compañías aseguradoras, y un retrato de las necesidades que atraviesa la mayoría de los pacientes en Estados Unidos.
Indignado y sarcástico, Michael Moore escribió: «¡Ah, América! Pasamos de separar a los bebés indígenas de sus padres (y luego exterminarlos), a robar bebés de sus padres esclavos (y luego revenderlos a la esclavitud), a construir un país basado en el trabajo infantil (trabajando en fábricas desde los ocho años), a encarcelar niños japoneses-americanos en campos de concentración, a permitir que sacerdotes abusen sexualmente de niños durante décadas, a forzar baldes de jarabe de maíz alto en fructosa por la garganta de los niños hasta que la mitad de ellos forman parte de una epidemia de obesidad infantil, a convertir nuestras escuelas en campos de exterminio porque amamos nuestras armas más que lo que amamos a nuestros niños. ¿A quién estamos engañando? Basta de hacerse los sorprendidos de que Trump está secuestrando niños hispanos de sus padres, como si eso no es lo que somos. Sí lo es. Siempre lo fue. No digan que Trump está violando nuestros valores americanos. Abusar de niños es un valor histórico americano. Estén orgullosos, americanos. Trump somos nosotros».
Así que nadie se haga ilusiones de que se otorgará el Estatuto de Protección Temporal (TPS) a los migrantes guatemaltecos, ni que el vicepresidente Mike Pence viene a solidarizarse con las víctimas del Volcán de Fuego; llega acompañado de la Secretaria de Seguridad Nacional, la que enjauló a nuestros niños, a tratar de frenar la migración, especialmente la infantil.
En suma, viene a mostrar la otra cara de la moneda de EE. UU., a evidenciar lo que Michael Moore califica como los antivalores estadounidenses. The End.