Factor Méndez Doninelli
La decisión del presidente estadounidense Donald Trump de separar a las familias de emigrantes que llegan a ese territorio en busca de refugio, asilo o protección, es una grave violación a los Derechos Humanos DD. HH. y un acto criminal que reproduce y recuerda el trato cruel e inhumano que los fascistas alemanes aplicaron el siglo pasado en contra de millones de personas y familias de origen judío, cuyos hijos también fueron separados de sus padres durante la dictadura nazi de Adolfo Hitler. Esa perversa decisión del señor Trump, tiene a miles de emigrantes niñas, niños y adolescentes de nacionalidades mexicana, hondureña, salvadoreña y guatemalteca separados de sus padres y confinados en albergues habilitados en el desierto de Arizona, mientras sus padres permanecen detenidos en distintos centros de reclusión para adultos.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, alrededor de 465 menores son guatemaltecos, por cierto, ha despertado indignación y preocupación la actitud del Gobierno que preside el señor Jimmy Morales, que ha reaccionado muy tarde y que carece de un plan definido para auxiliar y apoyar a las familias migrantes, separadas y cautivas por el Gobierno estadounidense.
La separación de las familias, es consecuencia de la política migratoria “Tolerancia Cero”, que el Gobierno de Trump implementó hace pocas semanas. Esa política y sobre todo la separación familiar, han provocado el inmediato rechazo y repudio nacional e internacional, Gobiernos, instituciones y organizaciones sociales de todo tipo condenaron tales políticas migratorias y, ante los reiterados cuestionamientos, el presidente de los Estados Unidos EE. UU. se vio obligado a suspender la medida de separar a los menores de sus familias, tuvo que dar marcha atrás, pero advirtió que la política de “Tolerancia Cero” se mantiene.
La emigración de nacionales de los países mencionados antes, tiene causas concretas relacionadas con las condiciones estructurales de subdesarrollo. Desigualdad social, exclusión, discriminación, racismo, pobreza, desempleo, explotación de mano de obra, analfabetismo, escaso acceso a la salud y servicios de calidad, son algunas de las causas estructurales. Pero también, hay causas coyunturales que influyen en la emigración.
Además de las violencias estructurales citadas, también intervienen las acciones violentas de las pandillas, la criminalización de las luchas sociales, la violencia contra las mujeres, el crimen organizado, el abandono de programas sociales, la ausencia de políticas públicas a favor de niñas, niños y adolescentes, o sea, el modelo social injusto y desigual a la medida de los intereses de las élites oligárquicas.
Todo este universo de condiciones negativas, lleva a las personas mujeres y hombres de todas las edades a buscar mejores condiciones de vida y consecuentes con el anhelo de los seres humanos de escudriñar un mejor futuro para sus hijos. Es decir, lo que mueve a las personas a emigrar, es el deseo de superación y la búsqueda de oportunidades que no encontraron o les fueron negadas en sus propios países de origen.
En el país, crece la indignación ciudadana ante la pasividad e indiferencia del Gobierno guatemalteco por la criminal política migratoria del Gobierno de los EE. UU., un país violador de DD. HH. que tiene la arrogancia con otros países satélites bajo su influencia, incluyendo a Guatemala, de certificar la conducta de estos sobre el respeto o irrespeto a los DD. HH. ¡Qué cinismo de la presidencia imperial! ¡Qué desvergüenza del Gobierno de Jimmy Morales!