Raymond J. Wennier
El grado académico de Doctorado tiene básicamente dos funciones importantes. La primera es ser profesor universitario. La universidad es una institución educativa que ofrece múltiples programas de estudio de tres niveles, Licenciaturas (B.A.), Maestrías y Doctorados. Están en plural por la cantidad de títulos a cada nivel. La segunda función es hacer “research”, investigaciones profundas y publicarlas para mantener su “status” de profesor titular. En inglés dicen “Publish or perish”, publica o perece.
Todos los educadores que en Guatemala tienen el Doctorado, sin que importe si son miembros actuales de una universidad vigente o están jubilados, deberían formar un grupo interdisciplinario para investigar a profundidad las siguientes interrogantes. ¿Por qué es tan escasa la asistencia de jóvenes en el nivel secundaria del sistema formal de educación? ¿Cuántos jóvenes en edad apta para ese nivel no asisten?
Según La Hora del 31-1-17, los adolescentes entre trece y diez y ocho años de edad, sumaban un millón seiscientos mil que estaban excluidos del Ciclo Básico y del Diversificado. ¿Por qué?
Según Prensa Libre del 12-12-16, el treinta por ciento de niños termina la Primaria. ¿Por qué?
Hay cinco criterios que se pueden considerar para estudiar a profundidad nuestra realidad, ese siendo el Primero. Es por eso que se necesita un equipo interdisciplinario para hacer un estudio serio de nuestra realidad de por qué no hay interés en nuestros jóvenes de asistir a la escuela secundaria.
El Segundo, es investigar seriamente cuáles son las causas. ¿Será por el reducido número de institutos que dan la formación en los niveles de Básicos y Diversificado? ¿Será ésta una razón valedera? Hay más, ¿Qué esperan los adolescentes encontrar en los institutos? ¿Será que encuentran estudios dirigidos hacia las habilidades técnicas necesarias para sustentar un trabajo durante los años de estudio y posteriormente?
Temo que las razones machacadas de siempre, la pobreza, tener que ayudar a sus padres económicamente, los haga pensar “no soy bueno para los estudios” y crean una actitud personal de “pobre yo” y encuentran razones para ni siquiera tratar de asistir a la secundaria. Es la diferencia entre una mentalidad fijada en el destino de “no puedo superarme” y una fijada en el “yo sí puedo hacer más y mejor”.
Tercero, es el tema de su efectividad en el aula y fuera de ella. ¿Quiénes son los profesores que académicamente trabajan con los adolescentes? ¿Hay una logística que les permita a los profesores de secundaria hacer sus planificaciones de clase, en el establecimiento y en equipo? ¿Es el horario de clases fijado en “tantos” minutos a la vez, “tantos” períodos a la semana para cada materia requerida?
Cuarto, es el material educativo disponible para los adolescentes. ¿Están actualizados los libros de texto? De repente no son necesarios si hay acceso y buen uso de tecnología. Hemos visto escuelas e institutos en los que los maestros rara vez usan los textos con los alumnos, dicen que para mantenerlos nuevos. Una idea a ser investigada de inmediato, con datos reales, para ayer, no para mañana.
Quinto, es la evaluación. Sería prudente hacer una investigación seria de cómo el adolescente debe demostrar su aprendizaje.
Estoy seguro que un buen equipo de investigadores puede plantear más criterios.
¡Señores, hay que hacerlo!