Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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La excesiva paciencia produce desánimo, lo que se transforma en mal humor y luego provoca violencia con todo y los resultados que lleva consigo. Por ello preocupa que los diputados al Congreso de la República hayan estado colmándonos la paciencia, sin importar el partido político que representan, oficialistas, tránsfugas o no, mujeres u hombres, de derecha, izquierda o indefinidos, con experiencia, idoneidad y capacidad o sin ellas. Cada uno ha puesto de su parte para que un día de estos ocurra un desaguisado de Padre y Señor Mío, pues con solo hojear los medios de comunicación comprobamos con suma facilidad que acaparan sus espacios con sus continuas burlas a las leyes, por la ausencia de valores, principios y ética en su comportamiento y, sobre todo, por la falta de respeto a quienes se supone representan.

Desde hace aproximadamente veinte años se ideó el Listado Geográfico de Obras y con el silencio de las autoridades constituidas y de la población en general fue consentido, despachándose cada diputado con la cuchara grande incluyendo dentro de la misma aquellas obras que no solo fueran en beneficio de la población de sus amores, sino pudieran contribuir con la anticipación suficiente a la campaña electoral para lograr reelegirse. La lucha ha sido intensa para derogar el mentado listado, pero aunque los abusos se redujeron, su eliminación total no ha sido posible.

Así las cosas, una de tantas diputadas vio pintada la oportunidad en el año 2010, para incrementar la plusvalía de sus propiedades y hasta justificando con datos falsos la necesidad urgente de construir una carretera de concreto hidráulico, a un costo de Q1.9 millones, la logró llevar hasta el frente de un spa y demás instalaciones montadas en una aldea que realmente no existe en Sumpango, pero que hasta mereció ponerle el nombre de El Paxtal. ¿Qué calificativo se le podrá dar a este claro y evidente abuso de poder? ¿Malversación de fondos, falsedad material o ideológica, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito?

En estos momentos no lo puedo precisar, pero de lo que sí estoy seguro es que mis deseos son porque ojalá los tribunales no vayan a salir con otra decisión más con las que también contribuyen a consolidar en el ambiente nacional la frustración y la consiguiente pérdida de la paciencia popular, pues para colmo de males, la mencionada diputada no solo ha aprovechado su posición para lograr lo antes mencionado, sino también para beneficiar a su hija, también diputada, a su nuera, al hijo y a la suegra de la hija para que el Estado guatemalteco pueda contribuir eficazmente a su sostenimiento familiar.

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