Juan José Narciso Chúa
La situación de los niños que son separados de sus padres al ser capturados por las patrullas fronterizas, es dramática. No puede nada más que conmover y llevar a las lágrimas ver a todos estos niños llorando ante una situación en la cual se quedan indemnes en un espacio desconocido y fuera de la atención de sus padres. Se imagina uno el miedo lacerante que les produce cuando observan a personas uniformadas y frías, llevarse a sus padres y dejándolos en un desamparo total. Esto es inhumano, no cabe otra expresión.
El presidente Trump fiel a su actitud radical, ha establecido una política de Tolerancia Cero contra los migrantes centroamericanos, olvidando su pasado que proviene justamente de una familia migrante. Esa práctica de Tolerancia Cero es aplicada con severidad por la policía fronteriza, quienes sin el menor desparpajo, ni miramiento, ni humanidad rompen el tejido familiar en un instante. No se puede olvidar el caso de Claudia Domínguez compatriota víctima de dicha policía. Los videos que se han podido observar en el caso de los niños, son una muestra dramática de una situación dolorosa, sino además de una actitud prepotente de dichos funcionarios.
A los migrantes les están cobrando una factura que ha sido únicamente de trabajo, trabajo y más trabajo. Hoy se les criminaliza sin sentido, únicamente porque provienen de países en donde sus gobiernos les han dado la espalda, sus funcionarios económicos se congracian de las remesas familiares en términos de montos y números, sus políticos y funcionarios de turno se hacen los desentendidos endilgándole el trabajo a la Cancillería, pero sin emitir una condena del propio Organismo Legislativo en contra de esta práctica violatoria de los derechos humanos.
El caso de este Gobierno es patético, no deja más que vergüenza ajena. Mientras el Gobierno estadounidense establece una Tolerancia Cero contra los migrantes, el Presidente y sus funcionarios diseñan una actitud de indiferencia cien. Si no vean las declaraciones del portavoz, quien ni siquiera pensar un momento señala: “somos respetuosos de la política migratoria”, vaya deshumanización, vaya estupidez.
Tienen razón todos los columnistas que han destacado el paupérrimo papel de este Gobierno que persiste en hundirse en el fango de la inmundicia. El señor Morales, ya no vuelvo a llamarlo presidente, únicamente da vergüenza, su incapacidad hoy es más que manifiesta, realmente parece patológica. Está tan dedicado a sus necias y absurdas intenciones de menoscabar a la CICIG que se olvidó de un pequeño detalle: gobernar. Ni siquiera pudo aprovechar la magnitud de la tragedia del Volcán de Fuego para sí mismo, para su gestión, absurda y negligente actitud que hoy únicamente llama a la imperiosa exigencia de su renuncia, pero me temo que ni para ello tiene el mínimo de dignidad.
Mientras tanto nuestra Canciller únicamente hace un recuento de los niños guatemaltecos que se encuentran en el centro ubicado en Texas y hasta que la presión de los medios se hizo contundente, emitió un comunicado tardío.
Las élites se equivocaron al evitar que se prolongara el cronograma electoral en 2015 y 2016, ellos mismos estuvieran mejor que haber colocado una persona incapaz en la presidencia. Hoy, ya no les sirve de nada, no era suficiente que lo controlaran, pues poco había que hacer para ello, desafortunadamente quien pierde es nuestra sociedad, otra oportunidad de cuatro años perdida, cuando todo apuntaba para una noble tarea de gobernar para las mayorías. Esperamos su renuncia señor Morales.