Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Hoy, martes 19 de junio de 2018, La Hora está cumpliendo 98 años de existir. Pocas personas, no digamos empresas pueden llegar a tantos años de vida y para nosotros estar a tan solo dos años del centenario es un gran motivo para dar las gracias.
¿Celebramos? Sí, definitivamente porque no hacerlo sería no apreciar el sacrificio que han hecho cientos de personas por llegar hasta aquí y sería no valorar lo que se ha logrado, el momento; pero nuestra celebración nunca podrá ser plena en estas condiciones porque seguimos teniendo muchos retos que superar a nivel empresarial y personal, pero especialmente a nivel país y humano.
Si a mi bisabuelo, Clemente Marroquín Rojas, le hubieran dicho que hoy, en pleno 2018, estaríamos celebrando 98 años desde que puso la primera piedra en esta obra periodística, quizá nunca lo habría creído y no me queda duda de que esté donde esté, tendrá hoy tatuada una sonrisa en la cara y en el alma. También he de decir, que no lo debe tener nada contento que hoy estemos luchando contra la misma razón que lo llevó a fundar La Hora: la dictadura. En aquellos tiempos era una dictadura militar y autoritaria sin menor apego a las reglas y ahora es una dictadura vil de corrupción que tampoco tiene apego alguno a las normas elementales de la vida, no digamos las del país.
Si alguien supo recoger la estafeta fue mi abuelo, Oscar Marroquín Milla, y con mucho empeño, determinación y hasta riesgos para su salud (sufrió un infarto en pleno cerco económico por acabar La Hora cuando quebraron a Crónica) logró mantener el sueño vivo en momentos en los que acceder a recursos era más accesible si se abandonaba la mística y se traicionaban los principios.
Confiado en que los principios seguirían sólidos, mi abuelo le heredó a mi papá, Oscar Clemente Marroquín, más que una empresa, un compromiso para con el país y su gente, y por eso es que desde pequeño he mamado eso de que hacer periodismo permite ejercer una profesión, un loable oficio, que persiguiendo la verdad y la justicia en todas sus dimensiones, abre las puertas para incidir con un grano de arena en el desarrollo de un país.
Es así como La Hora, para los Marroquín Pérez, se ha convertido en asunto de familia. Desde mi mamá hasta ahora mis sobrinos inciden en que el sueño de la independencia siga vivo y el compromiso intacto. Qué decir de mi mujer y mis hijos, que han sido la roca y la máxima inspiración en este apasionante reto.
Mención especial merecen todos aquellos colaboradores que, desde 1920, han puesto el lomo para construir algo diferente, pero más la merecen los colaboradores del presente porque son un grupo más que comprometido con la verdad, con el país y su gente. Durmiendo poco (porque la noticia no cesa) y trabajando mucho y sin chistar (el ritmo de un vespertino y el ciclo de las 24 horas es demandante), con enormes dotes de calidad y compromiso, nos tienen hoy aquí aspirando a más.
A los anunciantes, gracias por su confianza. Siguen siendo una pieza clave que ha sabido respetar el papel de un medio y por eso seguimos trabajando buscando ese terreno común que nos ayude a construir juntos una Guatemala más prospera para los negocios intentando a la vez, que las brechas se cierren para tener más mercado. Podemos tener opiniones distintas, pero lo que no existe en la vida, ni en La Hora, es un set de hechos para cada persona o evento y son muchos los que han valorado eso y han apreciado lo que significa tener prensa independiente.
Y por último, infinitas gracias a los primeros, a la razón de ser de un medio: los lectores. Ustedes han sido, son y serán siempre nuestra mayor obligación y motivo de transparencia y ahora que pasamos tiempos en los que la lucha por callarnos se acrecienta de manera constante y sonante, les garantizamos que no nos verán doblegados. Habrá errores y salidas en falso porque eso es parte de la vida, pero sepan que ante los unos y los otros hemos, damos y daremos la cara siempre: nunca esperen que nuestras voces, nuestras conciencias o nuestras necesidades tengan precio, porque con eso se acaba La Hora y nuestra decencia.
Gracias tanto por estos 98 años y vamos por más. Somos los más viejos, pero hemos ido innovando y abriendo nuevos horizontes (Estados Unidos), movidos por incidir para tener una Guatemala más justa, incluyente y humana.
Gracias totales.