Francisco Cáceres Barrios
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Esta frase que se ha vuelto parte del refranero popular ha sido asignada a Fernando VII, a Napoleón Bonaparte, a Carlos III, como un mandato del emperador Augusto cuando le dijo a uno de sus ayudantes “apresúrate lentamente” y un historiador romano posterior a Augusto, lo menciona como un consejo más descriptivo: “caminad lentamente si queréis llegar a un trabajo bien hecho”. Lo anterior es una recomendación que le viene como anillo al dedo a nuestro presidente Jimmy Morales con su plan de viviendas para los damnificados por la erupción del Volcán de Fuego. No es que seamos expertos en la materia, sino que como ciudadanos, no deseamos se vuelvan a repetir los errores sufridos por las víctimas del derrumbe del Cambray, cuando por la prisa del momento, hasta pasado mucho tiempo después del desastre pudieron disfrutar de sus nuevas viviendas.
Hay que tener presente que el problema que hay que enfrentar es de tal magnitud que además de construir viviendas en lugar distinto, también hay que recuperar la economía, las cosechas y las escuelas del sector afectado, lo que va a representar no solo una inversión en esfuerzos y dinero a corto, mediano y con toda seguridad también se prolongará a largo plazo. Por consiguiente, si estuviéramos en el lugar del primer mandatario emplearíamos la mayor de las prudencias, incluso lograr un asesoramiento de carácter internacional desde el inicio de la actividad, para lograr tener la mayor certeza sobre las familias a quiénes se les va ayudar; la evaluación a profundidad de los daños, hasta no partir con la primera opción del financiamiento con tal de no caer en el error de andar corrigiendo en el camino los inconvenientes que por la precipitación en las decisiones y la misma coyuntura social les haga cometer.
Hasta el momento de escribir este comentario la ciudadanía solamente ha podido escuchar vaguedades provenientes de las autoridades constituidas, como que las viviendas se van a construir en lugar distinto al de la tragedia; que la iniciativa privada va a financiar la construcción de cerca de mil de ellas, en el menor tiempo posible; como que hasta ya se constituyó un fideicomiso ad hoc a las circunstancias, es por ello que no quisiéramos, como ya dijimos, presenciar otra vez tropezones con las mismas piedras, lo que no conduce a nada positivo para el actual gobierno, para la sociedad en general, como para los futuros beneficiados. Claro, entiendo bien que por la inexperiencia e intereses de los colaboradores del Presidente a estas alturas podrán estar haciendo algo totalmente distinto, sin embargo, por la magnitud del problema, bien vale la pena asumirlo con la mejor de las prudencias.