Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Cada cuatro años el mundo concentra su atención en el que es, sin duda, el evento deportivo más importante y todo gira alrededor de la disputa de la Copa del Mundo. Guatemala es un país que no tiene el nivel necesario para participar en esa justa, pero eso no significa que nuestra afición sea menos entregada que la de países con poderosas representaciones en esa competencia de primer orden, y sabemos todos que durante prácticamente el mes que dura la competencia no se habla de otra cosa y los grandes temas quedan postergados “para después” del Mundial.

Mañana, desde la misma celebración de apertura a realizarse en Moscú, la población entra en ese letargo que todo lo posterga porque no hay nada que pueda distraer la atención respecto a los partidos y sus resultados que se convierten en foco obligado del interés de la gente. Cierto que en las actuales circunstancias hemos estado muy atentos para tratar de ayudar a la gente que sufrió las consecuencias no sólo de la erupción del Volcán de Fuego sino también de la incapacidad de las autoridades, pero éstas sentirán un gran alivio cuando se escuche el pitazo inicial del partido inaugural de la Copa del Mundo porque saben que los desplantes de la Canciller, la torpeza evidente del señor de Conred, la incapacidad del mandatario, todo pasa a segundo plano.

Otros que estarán contando las horas para que arranque la competencia son los diputados del Pacto de Corruptos porque si la situación de calamidad por el volcán les sirvió, y de mucho, para avanzar con su agenda, cuánto más podrán hacer en medio de esa situación de absoluto letargo en que entrará la sociedad gracias a la inmensa atención que capta la Copa del Mundo.

Los problemas del país, sin embargo, no se detienen y por mucho que nos distraigamos ha de entenderse que lo único que puede ocurrir es que se use el momento para sacar ventaja en el esfuerzo por consolidar la dictadura de la corrupción. Porque en eso sí que no ceden los que llegaron a sentirse de alguna manera amenazados por el curso de investigaciones que ahora, bajo la nueva conducción del Ministerio Público, ya no parecen tan riesgosas para el futuro de aquellos que han sabido mamar y beber leche de la teta prolífica del Estado.

Esperando con sumo interés qué podrá hacer Messi por Argentina o Cristiano por Portugal, las aficiones del Barcelona y Madrid que son tan numerosas en Guatemala permanecerán pegadas a los televisores durante las transmisiones al igual que los fanáticos que le van al Brasil de Neymar. Pero hasta los juegos que puedan parecer menos importantes tendrán nutrida audiencia porque el Mundial es el Mundial y cada minuto cuenta y se sigue con detenimiento. Terminado algún partido, empieza el trabajo de los que se sienten técnicos o comentaristas y en medio del análisis florece la polémica que tanto entretiene.

Los temas de país pueden esperar un mes y será hasta que el capitán de la selección campeona levante la Copa que empezaremos a salir de otra conveniente resaca que nos distrae y entretiene.

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