Mucho se ha dicho sobre la tragedia del Volcán de Fuego, sucedida el pasado domingo 3 de junio, en un intento por condenar a los responsables de la pérdida de tantas vidas humanas. La Conred es el ente más visible de este trágico suceso, sobre todo por no haber atendido las alertas emitidas por el Insivumeh, como era su obligación, y aplicado los protocolos establecidos. Un funcionario de Conred llegó al colmo de afirmar que correspondía a los pobladores realizar su propia autoevacuación. Aunque es justo reconocer que esta Institución nunca ha estado realmente capacitada para responder a las calamidades ocasionadas por la naturaleza. Este es un llamado de atención urgente a quienes les compete fortalecerla y adecuarla a las necesidades de nuestro país.
Es indignante la incapacidad demostrada por las instituciones responsables de mitigar estos desastres, incluido el jefe de gobierno (las minúsculas son mías). La pérdida de vidas humanas es irreparable. El dolor de los sobrevivientes no se borrará de tajo, permanecerá en ellos para toda la vida; así como, el sufrimiento de quienes perdieron todo lo que poseían.
Es inconcebible que ante esta crisis, una vez más, el país estuvo acéfalo, el presidente Morales no dio la cara, se escondió, no fue capaz de asumir el liderazgo y de tomar las decisiones necesarias para enfrentarla, lo cual hubiese abonado a su favor. Incomprensible es que los protocolos internacionales no se hayan activado desde un primer momento. Considero que no existe sobre la tierra un país en el que se haya rechazado tanta ayuda humanitaria; debido, entre otras cosas, a que la infraestructura nacional no tiene la capacidad para distribuirla. Lamentable la forma en que el gobernante no respondió a la tragedia manifestando acongojado que su gobierno no disponía de recursos económicos para enfrentarla. Pero si dispone para engullir a diario Q29 mil; y también dispone de lo suficiente, para hacer pactos con sindicatos comprando la incondicionalidad de los mismos.
Mis amigos extranjeros preguntan que cómo estamos. Mi respuesta es, que este tipo de tragedias siempre las vemos pasar de lejos, no nos tocan de cerca, somos simples observadores. Son los más pobres, les digo, los más vulnerables a los que siempre toca la peor parte.
¿A quién deducirle responsabilidades por la tragedia ocurrida? La población se ha volcado en hermandad proporcionando todo tipo de ayuda para los damnificados, los rescatistas, bomberos, ejército y muchos más han arriesgado sus vidas en labores de rescate; instituciones privadas y comercios han manifestado su solidaridad con aportes económicos. ¿Qué ha hecho y qué está haciendo el gobierno de Jimmy Morales? Mucho ha circulado en las redes sociales en relación a que el Gobierno quiere hoy apropiarse de lo recaudado haciendo creer a la población damnificada que la misma proviene de ellos. Que farsa tan grande. Está demostrado que no tienen escrúpulos.
Es encomiable la solidaridad del pueblo con los hermanos damnificados y debemos reconocerla. Pero para quienes sufrieron la tragedia en carne propia este es solo el inicio de un largo peregrinaje. Los albergues tendrán un tiempo límite, los víveres dejarán de llegar, en un mes habremos olvidado el suceso. ¿Qué pasará con los centenares de personas con lesiones físicas y necesitan continuar con un tratamiento costoso que los hospitales nacionales no están en capacidad de seguir proporcionando? ¿Qué pasara con quienes no tienen un techo y medios para subsistir? Estas y muchas otras preguntas quedan en el aire. Reitero, ¿Qué hacer para que el gobierno asuma su responsabilidad y nosotros los que vimos el desastre de lejos no lo olvidemos? ¿Cómo demandamos que los responsables de este hecho paguen por ello y no signifique un desastre más que quede impune? Creo firmemente que el pueblo ha caído en un profundo letargo.