Grecia Aguilera

Sólo Dios puede salvar y ayudar a Guatemala para que siga adelante luego de esta nueva prueba, tan dura que nos ha presentado la Naturaleza. Solamente Dios es capaz de dar fortaleza y de mitigar el dolor que en estos momentos sienten todos los damnificados por la tragedia que provocó el Volcán de Fuego, desde el pasado domingo 3 de junio de 2018. En la Biblia está la solución para el alivio, el consuelo para todas aquellas personas que perdieron seres queridos, pertenencias y sus viviendas. Recordemos que “la única palabra correcta es la Palabra de Dios.” En Jeremías capítulo 33, versículo 3 dice: “Clama a mí y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” De igual manera el Libro de los Salmos contiene grandes oraciones, por ejemplo el Salmo 23 expresa: “El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza. Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar. Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor por siempre viviré.” Ahora el Salmo 27 inicia: “El Señor es mi luz y mi salvación ¿De quién podré tener miedo? El Señor defiende mi vida ¿A quién habré de temer?” Y continúa más adelante: “Cuando lleguen los días malos, el Señor me dará abrigo en su templo; bajo su sombra me protegerá. ¡Me pondrá a salvo sobre una roca!… A ti clamo Señor, escúchame. Ten compasión de mí ¡respóndeme! El corazón me dice: ‘Busca la presencia del Señor.’ Y yo Señor, busco tu presencia. ¡No te escondas de mí! ¡No me rechaces con ira! ¡Mi única ayuda eres tú! No me dejes solo y sin amparo, pues tú eres mi Dios y salvador. Aunque mi padre y mi madre me abandonen, tú Señor, te harás cargo de mí.” Este Salmo termina así: “Pero yo estoy convencido de que llegaré a ver la bondad del Señor a lo largo de esta vida. ¡Ten confianza en el Señor! ¡Ten valor, no te desanimes! ¡Sí, ten confianza en el Señor!” En el Salmo 55 leemos: “En cuánto a mí, a Dios clamaré y Él me salvará, tarde y mañana y a medio día, oraré y clamaré y Dios oirá mi voz, Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí.” Y una poderosísima oración está en el Salmo 91: “El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor: ‘Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!’ Sólo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales, pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo! No tengas miedo a los peligros nocturnos, ni a las flechas lanzadas de día, ni a las plagas que llegan con la oscuridad, ni a las que destruyen a pleno sol; pues mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti nada te pasará. Solamente lo habrás de presenciar: verás a los malvados recibir su merecido. Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa; pues él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas. Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna. Podrás andar entre leones, entre monstruos y serpientes. ‘Yo lo pondré a salvo, fuera del alcance de todos, porque él me ama y me conoce. Cuando me llame, le contestaré; ¡Yo mismo estaré con él! Lo libraré de la angustia y lo colmaré de honores; lo haré disfrutar de una larga vida: ¡lo haré gozar de mi salvación!’” Oremos para que Dios salve a Guatemala.

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