Javier Monterroso
Nuevamente una tragedia azota el territorio nacional, las cifras de víctimas crecen día con día y para el final del 6 de junio se tienen confirmadas 99 personas muertas a causa de la erupción del Volcán de Fuego, sin embargo, no se cuenta con cifras claras de la cantidad de familias que aún se encuentran soterradas por lo que es incierto saber cuántas serán finalmente las víctimas fatales, aunque cifras oficiales hablan de cientos de miles de afectados indirectamente, ya sea porque perdieron sus cosechas, sus viviendas o comercios.
Nuevamente es loable el esfuerzo ciudadano para apoyar a los damnificados, independientemente de la ideología o el sector al que pertenezcan las personas, se movilizan para ayudar, rápidamente se colectan artículos de primera necesidad y se trasladan voluntarios, se realizan campañas de recolección de fondos, como ha sucedido en otras tragedias similares se demuestra que los guatemaltecos son muy solidarios, así mismo la increíble y nunca suficientemente reconocida labor de los bomberos, que son sin duda verdaderos héroes.
De acuerdo a las últimas declaraciones del personal del Insivumeh, refrendado por algunos montañistas, era muy poco probable prevenir la tragedia, pues el Volcán de Fuego se mantiene en constante actividad, y aunque se puede anticipar la erupción no se puede determinar la magnitud de la misma, sin embargo, también hay señales que la Conred pudo haber actuado en forma más diligente lo que talvez hubiera podido disminuir el número de víctimas, sin embargo, en cualquier escenario el fenómeno fue de una magnitud tal que igual muchas personas hubieran sido afectadas, es decir ni la calamidad ni la mayoría de víctimas son culpa del Gobierno.
Lo que sí me parece lamentable es la actitud del presidente Jimmy Morales, quien se supone representa la unidad nacional y debería dirigir los esfuerzos para la reconstrucción, además de tomar las riendas para dirigir la Conred debería de coordinar esfuerzos con todo el Gabinete para que se atienda en forma adecuada a las víctimas en los albergues, para que los rescatistas cuenten con los insumos necesarios para su labor, e incluso para planificar la reconstrucción y recuperación de los bienes afectados. Es lamentable decirlo pero fue mucho más efectiva la labor llevada a cabo por el gobierno militar e ilegítimo de Kjell Eugenio Laugerud con el terremoto del 76 que el de un funcionario civil.
Lejos de liderar el proceso el Presidente pareciera más enfocado en justificarse, en defenderse y esconderse de la prensa e incluso en estorbar la labor de socorro y ayuda a los damnificados, la primera declaración del Presidente fue justificarse nuevamente diciendo que la ley de compras y contrataciones no le permite ejecutar presupuesto, algo que ha repetido en varias ocasiones, pero no utiliza su iniciativa de ley para presentar una propuesta de reforma, por otra parte del Ministerio de Relaciones Exteriores ha sido extremadamente lento en habilitar los protocolos para la ayuda internacional lo que ha impedido el ingreso de contingentes importantes de dinero, ropa y alimentos para los damnificados, incluso la misma SAT ha manifestado por escrito que está a la espera de que el Minex lleve a cabo las acciones correspondientes para permitir el ingreso de esta ayuda. La actitud de Morales es tan pusilánime que incluso en programas de noticias a nivel internacional se alzan críticas ante su pasividad e incapacidad, Guatemala sigue pagando caro el error de haber elegido para gobernar a un cómico improvisado, sin Plan de Gobierno ni equipo, en conclusión al igual que los últimos tres años no tenemos Presidente.