Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Hoy Guatemala vive momentos oscuros por los efectos de la tragedia ocurrida el domingo por la erupción del Volcán de Fuego que ha cobrado decenas de víctimas y una cantidad aún indeterminada de desaparecidos, pero resulta que la convocatoria a los diputados para aprobar el estado de calamidad decretado por el gobierno se usó para decidir que los miembros del Congreso sean llamados a sesiones extraordinarias para aprobar un paquete de leyes, y destacan algunas que tienen el propósito de despenalizar delitos de corrupción, entre ellos los que se relacionan con el financiamiento electoral causante de la cooptación del Estado, de manera que pueda seguir la fiesta como ha ocurrido desde 1985 hasta nuestros días.

En este caso el difunto es el pueblo de Guatemala, que recibirá la puñalada de un paquete de leyes que apuntan a la impunidad porque dejarán sin materia todos los procesos que se han iniciado por el tema puntual del financiamiento y ello ocurre, justamente, para exonerar al principal implicado en el último caso que es nada más y nada menos que el mismo Presidente de la República quien pidió de manera expresa a sus financistas que canalizaran el dinero de manera que no existiera control ni registro de los aportes.

Las reacciones de la ciudadanía han sido airadas porque se entiende que, como ocurrió el 13 de septiembre del año pasado, el Congreso se apresta a consolidar el régimen de impunidad para delitos relacionados con la corrupción, y existe poca confianza en la ciudadanía respecto al resultado de la acción legislativa porque es obvio que se trata de legalizar instrumentos mediante los cuales todos han tenido alguna participación en el proceso que colocó al Estado en las paupérrimas condiciones actuales. Condiciones que se ven gráficamente en el estado de nuestra red vial, pero que se sienten de manera cotidiana en la ausencia de servicios de calidad, empezando por la salud y la educación, para llegar al mismísimo tema de la seguridad y la justicia.

Aprovechar el dolor de gran parte de la población y que la mayoría de la gente está volcada con toda solidaridad en ayudar a las víctimas del desastre ocurrido en las inmediaciones del Volcán de Fuego es, en verdad, otro gesto de indecencia y eso terminará por pasarles factura tarde o temprano. Esta actuación muestra agravantes porque no se puede negar que hay nocturnidad y ventaja en la decisión de los diputados de utilizar un momento como éste, marcado por el dolor que hemos sentido todos por el destino de tanta gente, especialmente de muchos niños y de ancianos que no pudieron escapar de la fuerza del volcán, para hacer de las suyas y recetarse leyes de impunidad que tendrán un efecto funesto.

Y por si eso no fuera suficiente, para prevenir que les enmienden la plana, montaron a partir de hoy una estrategia para salir de tres magistrados de la Corte de Constitucionalidad que han actuado con pulcritud para contener a los corruptos. Sin el menor asomo de duda digo que Guatemala vive hoy sus horas más críticas y que del pueblo depende el futuro.

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