Danilo Santos
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Los escalofriantes discursos de los Presidentes del Ejecutivo y Legislativo son la picota del pensamiento conservador de las élites políticas, económicas y evangélicas. Lo que manufacturaron corre peligro y se parapetan en una Constitución hecha en tiempos de guerra, cosas buenas tiene, pero también cosas que reformar y aparejar con el presente y el futuro. Las arengas en el Congreso de la República reflejan la unidad de quienes confunden patria con finca, de los que confunden los valores de los guatemaltecos con los de sus iglesias, y peor aún, de los que confunden y manipulan el dogma religioso con el quehacer político.
“No existe peor tiranía que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencia de justicia. Hoy los invito a que no permitamos que una minoría continúe violando nuestras leyes, politizando la justicia, con el único objetivo de satisfacer sus intereses personales”, dijo el presidente Morales. En eso estoy de acuerdo con él, y lo invito a no ser comparsa de esa tiranía y de esa minoría.
“Nuestra patria sigue teniendo enemigos que están, no solo violando la Constitución, sino sus leyes y los derechos humanos de muchos guatemaltecos. Aquellos mismos enemigos del país que provocaron una guerra en la que murieron miles de inocentes continúan hoy buscando aliados y respaldo para seguir desestabilizando y violando nuestras normas con el objetivo de lograr de alguna manera y algún día romper por completo el orden constitucional”, dijo el Presidente en funciones del Congreso de la República; también concuerdo con él, sí, los que provocaron la guerra quieren otra y se les nota en sus discursos y sus hechos. Provocan con sus decisiones políticas y diplomáticas.
Los discursos de ambos sirven para reconocer que están hambrientos, desesperados por la protección del statu quo; por anclar las ideas y sistema dominante en los actores sociales que han cobrado fuerza en los últimos tiempos, la población con sentido común de derecha, cristianos evangélicos y representantes conservadores de las élites económicas y oligarcas. Lo que proyectan es aquello que tanto critican y satanizan, una ideología construida y expresada discursivamente, y apalancada en las leyes que han construido para su propio beneficio. Les recuerdo que la Comisión Contra la Impunidad en Guatemala tiene su origen en eso que ahora ustedes defienden: la cooptación del Estado por las mafias que la clase política dejó actuar impunemente hasta llegar a llegar a ser parte de la misma.
La minoría son los políticos corruptos, no la población que ya no quiere salir a morir o matar a la calle por un plato de frijoles para su familia. La minoría son los liderazgos ciegos que justifican su irracionalidad aprovechándose de la religiosidad. La minoría, que les quede claro, son los que viven a costillas de las grandes mayorías que luchan por creer que hay mañana. Hoy les creen a ustedes, mentirosos desfachatados, pero no durará para siempre.
“La política y la mentira son esencialmente incompatibles”. No mientan más. No nos confronten más. No protejan más la superestructura que ha generado un Estado corrupto, abusivo y vergonzosamente desprovisto de empatía.