Juan Francisco Reyes López
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Un buen miembro de la Corte Suprema de Justicia, un buen Fiscal General debe de aprender el no considerar que por haber actuado de forma adecuada en cualquiera de esos dos puestos tan importantes para la justicia, se debe convertir en un candidato político. La familia Kennedy lo aprendió en los Estados Unidos.
Hacerlo garantiza sin duda alguna que el país sufrirá las equivocaciones del ego personal y de convertirse, sin querer queriendo, en una carátula o candidato de cualquier partido político.
Álvaro Arzú no se gestó como candidato político de la noche a la mañana, empezó en el Movimiento de Liberación Nacional, MLN; continuó en el Partido Nacional Renovador, PNR; se autocatapultó en el Partido de Avanzada Nacional y regresó a su fuero municipal en el Partido Unionista.
Otro ejemplo es Alfonso Portillo, que se inició en las izquierdas del país, tomó militancia político-nacional en la Democracia Cristiana y sabiamente se trasladó y gestó en el Frente Republicano Guatemalteco, después de 20 años de continua actividad política; siendo hasta la fecha, según las encuestas de opinión pública, el mejor Presidente que ha tenido nuestro país en la era democrática.
Otro de los interrogantes que se dan en la política es de dónde provendrán los recursos para una campaña nacional, vendrán del extranjero, vendrán de la cúpula económica del país o simplemente vendrán de ganarse la lotería.
Claro está que los cantos de sirena enloquecen a cualquier persona de buen juicio, y ejemplo de esas locuras los hay en la política de nuestro país. Baldizón, Otto Pérez Molina, Roxana Baldetti, son la prueba de lo que sucede en el medio nacional y también de cierta forma lo es el presidente Jimmy Morales, que se promocionó bajo el concepto “Ni corrupto, ni ladrón”. ¿Qué es ser corrupto? No solo es obtener ingresos ilícitos sino también es prestarse a que se obtengan ingresos para un partido que seguramente de otra forma no lograría obtenerlos.
Otro aspecto que debe de tenerse sumamente en cuenta, especialmente en Guatemala, es que media vez no haya una convocatoria a elecciones generales el empezar a promoverse políticamente a través de foros, visitas a eventos, tomaditas de fotos para salir en los medios escritos, es políticamente faltar a la ética y el Tribunal Supremo Electoral estaría en la gorda y rotunda obligación de actuar y sancionar a cualquier persona que infrinja las disposiciones para ser precandidato o candidato, sin evento eleccionario convocado.
Sin embargo, como todo ser humano puedo estar viendo un espejismo y todos sabemos que son imágenes que se nos producen en el desierto y en Guatemala se ha venido orquestando un movimiento para que tengamos visiones.
Distinto sería que capitalizando los méritos que se pudieran haber obtenido en la Corte Suprema de Justicia o en el Ministerio Público, la persona se convirtiera en una autoridad académica a nivel internacional o a nivel nacional.
Claro está que en Guatemala también puede producirse un caos como el que acontece actualmente en Venezuela, donde sin importarle ningún parámetro ético, Maduro pretende convertirse en alguien como Lula Da Silva en Brasil.
¡Guatemala es primero!