Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

El jueves mostraba mi preocupación porque estamos siendo una sociedad que se enoja con quienes aplican los correctivos necesarios para volver al orden y no con aquellos que se salen de ese mismo orden que establecen nuestras reglas.

Además, hay algunas mentes obtusas que se quejan de la generalización, pero no dudan en tachar a todos aquellos que han emprendido la difícil ruta de la justicia, buscando la verdad como el mejor mecanismo de duelo y sanación, como aprovechados que solo buscan una indemnización.

El jueves un post de David Gaitán decía lo siguiente: “Quienes reducen su existencia a ganar dinero piensan que todos somos como ellos. Incluso piensan que quienes piden justicia porque te violaron y desaparecieron a tu hijo, a tu hermano, lo hacen por dinero”.

Y por eso no deja de ser digno de ejemplo la actitud de la familia Molina Theissen que ayer anunció que no buscarán un resarcimiento económico y que dedicarán sus esfuerzos a la búsqueda de los restos de Marco Antonio. Si hubieran pedido el resarcimiento no tendría nada de malo, a mi juicio, especialmente porque dedicar tanto tiempo en busca de la verdad y la justicia implica mucho tiempo y recurso, pero le dan una muestra al mundo de que la justicia transicional no tiene su única razón de ser en el dinero.

Nunca podremos tener un futuro diferente si no aprendemos de nuestro pasado, y como bien decía el editorial de este medio el jueves, y como también lo dijo mi estimado Mynor Alonzo, de Usac, en ambos lados se cometieron hechos reñidos con la ley y hay familias que han sufrido y siguen sufriendo y debe ser la justicia el mejor mecanismo de sanación. La búsqueda de justicia no es venganza, la persecución de la justicia es la construcción de un futuro mejor, con certeza y con compromisos de no repetir una verdad que se conoce, que se acepta y se enmienda.

Ayer, Emma Theissen Álvarez dijo: “Hemos pensado siempre que esto que hemos hecho nosotros es buscando también la reparación para todas las personas que tienen niños, niñas, cualquier persona de su familia desaparecida”, aseguró de forma emotiva. “Imposible olvidar a un ser amado, sobre todo un niño, un niño inocente, no es posible olvidar y no lo olvidaremos jamás”, agregó.

Los guatemaltecos tenemos que entender que haber vivido en un mundo de impunidad, un mundo en el que nos acostumbramos a que si las cosas se hacían de mala manera no había consecuencia, no puede ser la excusa para erradicar una práctica que debe dejar de existir si queremos una mejor ruta para el futuro. Enfrentar la justicia y verla aplicarse en gente que uno quiere con todo lo que tiene es duro, pero es parte del orden que debe existir si de verdad aspiramos a un país mejor.

Con nada en la vida se recupera a los seres queridos o se enmiendan las injusticias, pero alcanzar la verdad y encontrar justicia ayuda en los procesos de futuro porque permite a los deudos continuar navegando en la vida sin el nefasto acompañamiento de la impunidad. Que estas breves líneas sirvan para mostrar mi gratitud a la familia Molina Theissen y expresar mi admiración por su lucha que tuvo su cita con la verdad el miércoles en la madrugada.

Artículo anteriorEl futuro es hoy (Parte I)
Artículo siguienteLista de corruptos