Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

En Guatemala, y el mundo, es la niñez la que hasta hoy sufre de forma más cruda y cruel el racismo, las desigualdades, el empobrecimiento, la violencia, la discriminación, las guerras, el genocidio y los conflictos armados. Hace unos días Emisoras Unidas reportaba que de enero a mayo se han activado en el país mil 950 alertas Alba-Keneth por la desaparición de menores, cifras que no disminuyen, sino que se mantienen o aumentan a pesar de que estamos en épocas de “paz”. Según el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) “la mitad de los refugiados del mundo son niños para escapar de la violencia que han dejado atrás” en sus países de origen. En 2017 los niños guatemaltecos fueron los más deportados de Estados Unidos, en el primer semestre de ese mismo año 12 mil 274 menores no acompañados fueron detenidos en la frontera de ese país (datos Prensa Libre 16/10/2017).

Durante el Conflicto Armado Interno miles de niñas y niños sufrieron atrocidades. Fueron desaparecidos, torturados, asesinados, vendidos, puestos en adopción. Estos crímenes fueron cometidos por el Estado de Guatemala a través del Ejército y con la complacencia y complicidad de la oligarquía. Miles de niñas y niños quedaron huérfanos sin ningún familiar ni hogar que les protegiera, quedaron completamente solas y solos. ¿Qué fue de esta niñez y dónde están los desaparecidos?

Las niñas y los niños fueron concebidos, incluso, como enemigos de la nación, como guerrilleros que debían ser ejecutados y así lo hicieron (y de la peor forma). Se ahorcó y torturo a bebés, como es el caso de Augusto Rafael, hijo de Rosario Godoy y Carlos Cuevas (ambos asesinados también), de 2 años de edad a quien le arrancaron las uñas, o el Caso Creompaz (Comando Regional de Entrenamiento de Operaciones de Paz) o fosa No.15 de la Zona Militar 21, en Cobán, en donde “los arqueólogos forenses descubrieron allí 63 esqueletos, de los cuales 37 eran de menores de edad. Se sospechaba que estas personas eran las que habían sido capturadas en agosto de 1982 en Río Negro, Baja Verapaz, y evacuadas en helicóptero hacia la zona militar. El ADN extraído de las osamentas lo acaba de confirmar. Los antropólogos forenses no observaron señas de heridas por armas de fuego o machetes en los huesos. Por esto, y por los testimonios de soldados que estuvieron acantonados en la Base, se piensa que estos 37 niños fueron ahorcados” (Plaza Pública, “Los niños que el Ejército se llevó (I), 2013).

A pesar de que la CEH (Comisión de Esclarecimiento Histórico) calcula que desaparecieron forzadamente a más de cinco mil niños y niñas, esta cifra es únicamente una aproximación ya que es sabido que muchas niñas y niños por el contexto mismo del Conflicto Armado Interno no fueron registrados, es decir que nunca fueron inscritos y por ende no existieron o hasta hoy no sabemos siquiera que existieron, cuyos padres de familia también fueron desaparecidos o asesinados y por lo tanto nadie nunca los reclamó o buscó.

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