Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Aunque sean asuntos de primer orden, las carreteras pueden esperar para ser reparadas; como que los niños y los padres de familia han demostrado tener paciencia de santo esperando que las escuelas públicas sean acondicionadas debidamente pero, lo que son los centros de salud de la categoría que fueran o la seguridad ciudadana no pueden esperar, puesto que está de por medio la vida de millones de seres humanos. No sé si la inexperiencia de nuestro Presidente, como la de su equipo de trabajo les permite entender lo anterior y es por ello que dispuse referirme puntualmente al tema para rogarles, suplicarles si fuera necesario, que tomen las acciones pertinentes para diseñar un corto plan de prioridades y así corregir tantas deficiencias que hay en estos precisos momentos.

En la parte conducente de la carta que la señora licenciada Adela Camacho de Torrebiarte dirigió al presidente Morales, la ex Comisionada Presidencial para la Reforma Policial (ad honorem) expresó contundentemente para poner su renuncia irrevocable al cargo que: “las estrategias y planes presentados con el fortalecimiento de la institución policial no han sido tomadas en cuenta por las actuales autoridades que dirigen el Ministerio de Gobernación, por el contrario, ha existido todo un bloqueo a la continuidad en la implementación de los procesos que conlleven el desarrollo institucional”.

Por otra parte, no escapa a nadie que la impostergable decisión que toma un médico de aplicar determinado producto farmacéutico a un paciente es vital para conservar su salud, sin embargo siguen pendientes autorizaciones de fabricación o importación en el Ministerio de Salud Pública para poder contar con ellas, con un trámite burocrático cada vez más lento y complicado con el fin de lograr la desesperación de los interesados y así poder generar ingresos por la vía de la corrupción a los encargados de hacerlo más rápido y expedito.

Lo anteriormente expuesto no son precisamente casos excepcionales. Al contrario, todo esto se volvió costumbre tradicional en nuestro país. Es la manera usual de comportarse de los servidores públicos a pesar de tanta queja, lamento, reclamo y constante pataleo por cambiarlo de manera radical. Pero está visto que en vez de ir mejorando paso a paso la administración pública se ha vuelto para el guatemalteco cada vez más y más desesperante, porque mientras el jefe del Estado anda con su corte de invitados paseando por Jerusalén, gastando pisto a manos llenas, aquí, sus colaboradores hacen fiesta, desde seguir con nepotismo contratando personal; autorecetándose bonos sacados de la manga; hasta mantener un corrupto sistema para extender pasaportes a la población que los necesita. Como bien decía mi amigo Abdón: ¡Ave María Purísima!

Artículo anteriorPuerto Santo Tomás de Castilla
Artículo siguienteCorrupción: “Estamos dando en el punto”