Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
En medio del intenso cabildeo contra la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, que pretende suprimir la ayuda económica que Estados Unidos le ha brindado, se producen dos hechos de gran importancia. El primero fue el discurso que pronunció ayer en la Asamblea General de Naciones Unidas el Secretario General de la ONU en el marco del aniversario de la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción, en el que António Guterres no solo hizo un detallado análisis de lo que significa ese vicio sino también de sus consecuencias para entorpecer el desarrollo de los pueblos, sino que hizo alusión al ejemplo de CICIG como un instrumento eficiente para desmantelar grupos poderosos que se enriquecen y nutren de la forma opaca en que se manejan y distribuyen los fondos públicos.
La corrupción no solo tiene el efecto del enriquecimiento ilícito de quienes la practican, pues ese enriquecimiento es a costillas de las necesidades sociales porque para incrementar el monto de las ganancias turbias, se van abandonando las políticas públicas y de esa cuenta hay países, como el nuestro, donde para los pueblos la única esperanza para mejorar su calidad de vida está en la migración, ya que todo el presupuesto de gastos de una Nación se pone al servicio de los políticos y sus socios que se reparten millones de millones en ilícitas y oscuras operaciones.
Y mientras en Nueva York se producía ese importante discurso, un día después de que el Secretario General se reunió con Iván Velásquez y le expresó el renovado apoyo de la organización mundial al trabajo que vienen realizando en Guatemala, en Washington se producía una sesión del Subcomité del Hemisferio Occidental del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, en el que rindió testimonio Richard Glenn, titular en funciones de la poderosa Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley del Departamento de Estado, quien afirmó que la existencia de entidades como la CICIG ayuda a asegurar justicia para empresas norteamericanas que operan en el extranjero.
La ofensiva anti CICIG en Washington ha sido consistente y es de tal calibre que toda la política exterior de Guatemala está condicionada por ese tema, incluyendo desde luego el polémico traslado de Embajada en Israel. Por ello el que un funcionario tan estrechamente vinculado con temas puntuales que preocupan a Estados Unidos, como los narcóticos y la impunidad, diga que el experimento de la ONU en Guatemala es positivo, constituye un revés para nuestra Embajada y toda su línea de ataque.
Glenn dijo, además, que CICIG es un buen ejemplo de una entidad efectiva. Prueba de ello es que la critican los izquierdistas que la ven como una herramienta del imperialismo, mientras que la poderosa derecha la ve como una conspiración de la ONU para establecer un orden mundial de corte socialista. Agregó: “Para mí, como un neutral dador de asistencia extranjera para luchar contra la Corrupción en Centroamérica, creo que le estamos dando al punto cuando logramos que todos se molesten por denunciar ese modo corrupto de usar el Gobierno”.
Y como en ningún lugar hay tantos molestos como en Guatemala, en ningún lugar dan en el punto como aquí.